miércoles, 25 de junio de 2008

No hay dinero

No hay dinero. Claro que no. Haber tenido un periodo de seis meses, seis, sin trabajo y de viaje para un lado y otro (subvencionados pero no al 100 %, claro) me dejó al borde del abismo. Ya estaban los números naranjas, no de esa cuenta de tanta publicidad, pero estaban mutando del negro hacia el rojo. Bendita beca que me dejará unos reales durante un tiempo hasta nueva orden o una nota. Pero a lo que vamos, que no hay dinero.

No hay dinero y se nota mucho en estas fiestas de San Juan en mi ciudad. Es verano y ya no llueve. La gente sale a la calle, pero no ve luces de colores. No ve colgantes repletos de bombillas como antaño. No hay ese ambiente de fiesta. Si, un elefante recorre la Calle Ancha hasta los pies de la catedral. Pero solo unas candilejas entretienen a los niños. Faltan esos libritos que toda la gente tiraba, pero que estos días hasta San Pedro te entretenían leyendo una y otra vez el programa. Incluso te enterabas de que había algún concierto escondido, o de pocos recursos y se daría en una plazoleta escondida en el casco antiguo. Te gustaba asomarte por aquel “Rock en la Cárcel”, ese “Tunning” en el Campus, una “Concentración de seiscientos”, leías el programa taurino, veías al famoso que presentaba un conciertillo en la Plaza Mayor. Mirabas con asombro cómo el Club de Hípica organizaba otro año más algo que ni sabes, ni te interesa, porque lo ves de muy pijos… Todo eso. Y algo habrá, pero no lo sabemos, porque nos faltan esos cuadernitos. Cantantes sin tanto relumbrón llegarán a la capital del antiguo reino y apenas llenarán la Plaza de toros…

Ayer estuve en la feria. Más de lo mismo (pero más amontonado) ésta vez en un antiguo desguace, ahí tras el estadio que no hace mucho tuvo a Shakira. Dos años. Otro gobierno local… ¿Se lo gastarían todo los anteriores y dejaron, como se dice, las arcas vacías, o es que realmente hay que recortar de cualquier parte?

Sea lo que sea, los puestos de clubes y asociaciones te dejaban tomar una cañita sentadito con los amigos, y escuchar una samba o una batuka mientras unas brasileñas, ajenas a lo escrito, se meneaban a su ritmo…

sábado, 21 de junio de 2008

¿Y mañana qué?

Mañana te examinas por primera vez en una convocatoria de esas que se publican en los medios. Mañana tomarás contacto con el mundo de la oposición.

Tú acabaste Magisterio de Educación Primaria y no quisiste presentarte a las oposiciones por no tener apenas tiempo. Hubo otras más, pero estabas muy cómodo en Jesuitas y todo parecía indicar que te quedarías. El futuro, el azar, la mente o ideología de una persona te privó de ello, y desde entonces has vagado por el mundo. Aprendiendo de todo un poco. Atendiendo a ofertas de todo ámbito.

Fuiste reponedor de un almacén que hoy se lleva la clientela de esos autónomos que se aprovechaban y que hoy están en paro. Cuando llegaste a la nave comercial no había ni nave… Estudiaste lo de auxiliar de vuelo, y aún esperas una convocatoria que te de el título. Mientras tanto, viajaste. Grecia en Noviembre, Bélgica en Abril y Eslovenia, Italia y Croacia en Mayo. Por España estuviste… Madrid, Asturias, Galicia… Ahora pretendes ir de nuevo a Oporto… Te metiste como pudiste en el Ayuntamiento de tu municipio. Allí donde todos te conocen. Allí donde todos saben de tus padres, abuelos… te llaman niño… eres becario… Tienes contrato de un año, hasta Mayo de 2009… pero bueno…

Mañana vas a Madrid. A Ciudad Universitaria. Un examen para ser Factor de Circulación te espera. Sois más de dos mil. Y no hay plazas para todos. Sólo siete para León. Aquello será duro. Estudiaste los últimos meses para esto. Todas las tardes las tuviste sentado frente a los apuntes, tratando de enterarte de lo que era una traviesa, un ancho normal y uno ibérico. Qué es el balasto… Quién es Don José Díez Imbrechts…

Ahora llegó la hora. ¿Y mañana qué?

miércoles, 11 de junio de 2008

Recortes de Indiana

Detenido. Empieza mal, como siempre. Está viejo. No puede casi correr. Tiene fallos, pero Lucas se mofa de la edad. Imán. Imán. Imán. Una explosión, una ciudad desierta. Una ciudad luego, muerta. Una nevera protectora, un sombrero lleno de polvo. Unos malos: rusos, esta vez. Una mujer al frente, guiño al feminismo. Escapar y escapar.

Alusiones al padre, al amigo. Ya nadie se pierde en su propio museo. Un chico. Tupé. Un enredo. Le buscan. Te buscan. Correr y montar en moto. Peligro. América del Norte.

Una tumba. Una historia. Orellana. Se ríe de Orellana. Cristal. Luz. Calabera.

La madre del chico. Un ido. Más rusos, los mismos. Sorpresa. Padre. Hijo. Carreras, hormigas rojas, pelea, bosque. Acantilado.

Agua, cascada. El dorado. Indios temibles. No lo eran tanto. Secreto, tumba. Maquinaria de antaño, piedras enormes. Spielberg embriagado. Fantasía, mito de Indiana. Sepultura a los restos. Nunca pasó nada.

Boda. Sombrero. Quien tuvo, retuvo. ¿Continuará?

lunes, 9 de junio de 2008

O Planetario


Tumbado y con presagios de entrar en lance... en sueño... Tumbado en aquel sillón, cómodo, junto a otra butaca que comía cada vez más tzatziki...

Tumbado y mirando un techo de bóveda, blanco y luego oscuro. Negro. Unos niños hablaban a la izquierda, pero como difuminada, la luz se evaporó. Pronto salieron las estrellas, y una voz de documental totalmente nos abría camino entre el cielo de España, de algún país de África, de Australia... Un documental sobre estrellas, sobre las luces del cielo, el espacio...

No pude quedarme dormido. El cuerpo lo pedía, pero estuve atento a todas cada una de las palabras... La rotación, fases de la luna, las estrellas... La historia del espacio. Copérnico, Galileo, cualquiera de los griegos... (Ella daba cabezazos).

Un paseo lento, agradable, tierno, de dulces líneas y sentidos...

Al acabar la película, pregunté incluso al guía... despejé algunas dudas, aprendí algunas cosas dentro de la inmensidad del espacio. Sin duda, era el colofón a un día repleto de museos. El acuario, el Domus, el museo de ciencias... ahora el Planetario... Que Hércules mate a un tirano o gigante y entierre su cabeza en un monte y para recordarlo mande construir una torre, un faro... bueno... allí a los pies, ayer estuvo otra griega. Y eso de que la torre de Hércules sea Patrimonio de la Humidad. Si, vale...

viernes, 6 de junio de 2008

Saludando a un Cervantes

Sería un señor cualquiera. Sería uno que espera minutos y minutos la llegada de un taxi ahí donde siempre los hay, pero que cuando uno buscas, faltan o están en una carrera…

Sería un hombre de pelo cano, de cara grande y de mentón caído. Sería un hombre de mediana altura, con un bastón empuñado en la izquierda, y un periódico enroscado a la otra. Sería un erudito cualquiera. Uno de los sabios, o aparentemente sabio, pero que el móvil lo llegó ya tarde. Un hombre de esos que se pasean a plena mañana por una ciudad elegante y soleada. Un hombre de los pedantes… No éste.

Sería aquí un hombre de traje serio, gemelos de oro y alfiler en corbata. Sería, quizás, pero éste no iba así. Una camisa blanca y las gafas colgadas al pecho, como ya le vi otro día. Sería un hombre de unos setenta y casi ochenta.

Sería, y lo es, claro que si. Sería de esos que se pasean por la Calle Ancha o por Ordoño II entre moda y sucursales bancarias con maletas y mochilas llenas de fango, o vacías. ¡Devuélvame el aval que no tengo qué comer!. Sería, pero iba de sport, ya dije.

Sería pecado no reconocerle. Pero lo ví al pasar en mi coche, y esperar en el semáforo. Y lo vi luego andando, como cansado de aguardar un taxi. Volvió sobre sus pasos y apoyado en el aire miraba el reloj. ¿Don Antonio? Pregunté. Si, buenos días. Lo he reconocido y no podía marchar sin saludarle. ¡Oh! muy amable, joven. Y me extendió su mano. Esa mano que a tantos ha dado. Esa mano que ha tomado el Rey, y que ahora me ofrecía. Enhorabuena por sus premios, me adelanté, estúpido, sin recordar más que un Cervantes… ¡he leído sus poemas! ¿Te gusta leer? Lo que más y entender la historia. La historia no es para entenderla, sino para interpretarla. Si, cierto es y quería agradecerle el haberse quedado siempre en León. Sé que es de Oviedo, pero siempre ha estado en León. Y yo adoro León. León es como un sueño. (Mi taxi viene ahí). Un sueño del que jamás quiero despertar y sólo el despertador y las prisas de Madrid me hacen salir de la cama.


Sin palabras… olvidados quedaron algunos versos. Atrás quedaron frases que tienes apuntadas en papeles por el armario, en el corcho… Un placer y encantado. Abrir la puerta de un taxi y ayudarlo con su bastón. (Idiota, no recordaste aquello que podías haber citado, “No mueras más en mí, sal de mi lengua. / Dame la mano para entrar en la nieve"). Lejos se iría con otras historias y frases sabias. A otro le daría rienda suelta a escribir en su blog. O bien otros subirían la radio por no querer mantener una charla o querer aprender de uno de los grandes, y encima, de los nuestros… Atontado e inmóvil me quedé en la avenida hasta perder el coche delante de un bus…

“Bajo las águilas silenciosas, la inmensidad carece de significado”. Don Antonio Gamoneda.