lunes, 29 de marzo de 2010

Nada


No hace mucho desperté ahí arriba, sobre las nubes. Nada de puertas con escaleras ni luz al final del camino, aunque haya quien teme cerrar los ojos y morir por la noche porque no se da cuenta de su respiración mientras duerme.

Pues eso, que desperté ahí arriba. Unas cabezadas en el bus, otras pocas en el aeropuerto, y otras antes y después del espectáculo de las azafatas en el avión. Allí arriba, medio dormido, con un respaldo a pocos centímetros de mi pecho sentí un agobio por llegar. Quería moverme, levantarme. Quise llegar a la terminal en ese instante. Busqué estirar los brazos, ¿qué desea?, nada, solo estirarme. Fui hasta el baño, ese paseo por el corredor ante la mirada de ojos rojos, adormitados, y solo de uno o dos que se los dejaban con la luz del techo.

Al sentarme más agobio. Rodillas de mi vecino, de mi vecina, la ventana. Ah la ventana. Mi escape al infinito. Miré más allá del ala y aquella luz roja, busqué algo de vida, busqué alguna cosa, y sólo vi la nada. Adiós cuchillo sin hoja y mango. Adiós a Laforet. Adiós al nada sale de la nada...

La nada es aquello que hay después de nadie.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Volando voy, volando vengo

Pasan los días y se suceden los sucesos. Miras el reloj y a veces lo atrasas, otras lo adelantas, y vuelves a regularlo al sentarte en frente del ordenador en el trabajo. Buenas Tino, qué tal? Buenas, buenas, todo bien. ¿Cuándo es el próximo? Pues con día de gracia, qué gracia, de regreso a Lombardía. A mi me enganchas, me voy a Rusia. El otro ya vino de Alemania, pero ¿no te ibas a Holanda? Si, Holanda y Bélgica, pero eso en 20 días. En una semana vuelvo a Pietrasanta.

A mis lectores, abandonados al azar. A la espera de unas crónicas, que a veces tardan en llegar. Folios y folletos con garabatos y apuntes. Señales y tiempos de sueño en buses y trenes. Cabezadas en aviones, contra la ventana antes de despegar, para abrir los ojos y flotar sobre las nubes. El hombre soñó con volar. Mirando por la ventana me parece estar soñando. Abajo rompe el rebaño un pico, un cúmulo de nieve que aún aguanta. Los Alpes y turbulencias de descenso. Aún recuerdo el tiempo de ver mar y mar, y barcos y una Acrópolis sobre millones de casas blancas y sin tejados...

La vida pasa y no sabes qué o quién llegará. Habrá que amarrarse al puerto seco, ya que te sientes más atlántico, aunque bien que te gusta descubrir y vivir el Mediterráneo, garrulo. Tutto bene? Tutto bene amico. Ci vediamo presto. A dopo.