jueves, 31 de julio de 2014

La empresa y no colegio en León de San Ignacio de Loyola


Hoy es San Ignacio de Loyola, el fundador de algo en lo que creí (y creo que sigo creyendo aunque está muy enterrado) y por lo que luché desde el año 1991 en el cole, los 4 años que trabajé en él, a través de Entreculturas durante 7 años y en todas las acciones sociales que realicé voluntariamente en el colegio de León hasta que el propio director del colegio, José Antonio Póo Lera, decidió incomprensiblemente según dijeron mis propios compañeros (los profesores, monitores, entrenadores, cuidadores, cocineras y vigilantes que poco a poco se van jubilando) que alguien de fuera y ajeno a Jesuitas sería mejor opción para continuar o más bien eliminar la tradición, pedagogía y enseñanza que tanto me inculcaron y que tanto creí... Tema de enchufes, presiones y peloteos a los que no soy dado. Es mi sino. La vida me cerró una puerta y me abrió otra. Hoy en día Jesuitas León no es un colegio, y para nada es lo que era. Hablamos de una empresa que trata a los alumnos y familias como mercancía, y así mismo dice su director, su 1er director laico, heredero de este desafortunado pasado, eliminando todo de aquel buen hacer de rectores como Fernando. Desde aquí mi grito al cielo en el día de su patrón, por dar a conocer que su fin comenzó por ellos mismos, por Winnie mismo.

lunes, 21 de julio de 2014

Carpe diem quam minimum credula postero



Publicado en www.diariodigitaldeleon.com el 21/07/14.

Vive el momento, Carpe Diem, como decía Horacio, como si cada minuto fuera el último. Porque la vida se está convirtiendo en eso, un sin vivir. Porque cualquier despiste te deja sin esos sueños, esos planes de futuro, esa vida que dices que te queda por delante. Porque puede ser un virus, o puede llevarte por delante cualquier loco al volante. Incluso tú mismo puedes salirte de la vía, como el domingo el gran actor Alex Angulo. Porque un misil de una guerra que crees lejana deja esparcidos casi trescientos pasajeros de un nuevo avión malasio por huertas y pueblos ucranianos. “Caían cuerpos del cielo” decían los asustados e incrédulos campesinos. Esos que pertenecen a Rusia. Esos que pertenecen a Ucrania. Esos en tierra de nadie y de todos, ante una guerra que se sigue permitiendo. Como en Israel y Palestina, donde se sigue dejando que haya bombardeos, muertes y asesinatos, en uno y otro lado. La prensa y Redes Sociales del lado de unos. Los gobiernos aparentemente del otro. Niños muertos, familias huyendo de una franja de no más de 6x60 metros. Siria en cambio es mayor, y Bashar al-Asad juró hace unos días de nuevo su cargo. Nadie recuerda sus matanzas y la guerra. En Libia vuelven a la carga con la toma rebelde del aeropuerto de Trípoli, como si con eliminar a Gadafi hace 3 años bastase para restaurar un gobierno anquilosado en herencias y creencias medievales. Nadie parece recordar ya a las niñas nigerianas secuestradas y sometidas a todo tipo de vejaciones, y ya nadie habla de las violaciones en India. ¿Dónde están las organizaciones por la paz? ¿Para qué sirve la ONU? ¿Acaso también están contaminadas por los beneficios del petróleo, minerales y la mano de obra barata? ¡Queremos organizaciones sin contagio! Organismos que velen realmente por que no haya guerras, ni conflictos. Parece difícil, pero al ser humano le gustan los retos.

El mundo cada vez nos da más razones para huir de él, y el problema es que no queda claro dónde ir, porque la felicidad cada vez se reduce a momentos mínimos. Un paseo con tu pareja, un abrazo con tus padres, una cena con tus amigos. Y poco más, porque cuando levantas la cabeza de tu día a día, de ese ordenador de tu trabajo, de esa rutina de desayunar, comer, cenar y dormir, y tener que pensar en dar gracias por todo ello, tu vida se convierte en un mero trámite insignificante, por eso, ¡aprovéchalo y da un significado a tu vida, pasmado!