jueves, 11 de septiembre de 2014

El más rico del cementerio


Sin duda alguna, el más rico. Ni tú ni yo. Él. Y se fue. Tal cual. Sin sufrir y sin darse cuenta. Un día se durmió y al siguiente ya no despertó. Y ni el dinero ni nadie pudo hacer nada por él. Lo viste charlando con los capos de la Fórmula1, lo viste con su traje y corbata parloteando con altos mandatarios... Hizo de un banco simplón el mejor banco de Europa, y te cobró comisiones hasta por respirar mientras tuviste cuenta en su entidad. 

Me alegro de que apostase tanto por su ciudad, y que invirtiese en fundaciones y becas, y me resulta difícil de entender la cantidad de pasta que se deja en los patrocinios del automovilismo. Y el que tiene que ganar... que tenía que ganar. Ahora su heredera es un buen braguetazo. Esperemos que todo esté en manos de la Ejecutiva o la Gestora o como quieran llamarlo y que su ida al otro barrio no signifique el declive del imperio que construyó desde una entidad pequeña a costa de la necesidad de los españolitos, y de todo el mundo globalizado.

"Un infarto le recordó al banquero que tenía corazón".