sábado, 6 de febrero de 2016

Desgobierno...


Tendría tanto que contar y que opinar... que finalmente estuve callado. Tantas líneas que otros han llenado con la campaña, las elecciones y los resultados tan extraños y singulares que hemos tenido... 

Un espacio vacío, vacante, sin liderazgo... Un Gobierno en funciones que calla y ve como se desmorona su partido por el levante español, allá en Valencia, donde se levantó la Ciudad de las Artes y las Ciencias. La tierra que pisó y bendijo Benedicto XVI bebiendo por una copa que llaman Grial pero que quiero pensar que es el que tenemos nosotros aquí.... Una tierra por la que discurrió incluso la Fórmula 1. Aquellas parcelas para el Aeropuerto de Castellón. Esos cauces de ríos y riachuelos secos que se llenaron de campos de césped artificial. Unos colegios repletos de casetas y aulas prefabricadas, incluso colegios enteros hechos de esta manera. Y hoteles y más rascacielos por Alicante y Benidorm... Tanta pompa hubo en Valencia que era inevitable pensar que nada raro ocurriese (tan dados como estamos a que estas cosas pasen y algunas de ellas, se descubran). 

Los nuevos culpan a los viejos, y los viejos echan mierda sobre los nuevos y así llegan fuerzas políticas de nombres raros y vírgenes en el panorama nacional, que rastrean, buscan y son a su vez investigados, porque ahora todo y todos están bajo sospecha. Que si uno cobró dinero de países que Estados Unidos nos ha enseñado a odiar. Otros se colocaron en altos cargos bancarios y de empresas fuertes, de luz, de gas, de telefonía... y ahora tiemblan porque ven su caída inminente, o porque no quieren que se rompa esa estructura que tan finamente hicieron, que tan cómodos los trataba y que a gusto los daba mucho más dinero del vitalicio independientemente de ser de un color u otro... 

Y aquello del plasma, o aquello del bebé en el Congreso desvía sin lugar a duda esa atención política que más se acerca a lo que antaño ya vivía Italia, que a lo que debiera marcar el futuro de todos los españoles.