Un verano que vio pasar las vacaciones de unos y de otros, de sus vueltas, de las reincorporaciones, de las llegadas de nueva gente, nuevos becarios, más cafés… Un verano que al final se vio recompensado con el viaje que ya os dije, otra más de AEGEE.
Entró el otoño, parecían haber caído casi todas las hojas de un árbol que cuidaba desde inicios de este año, y más cuando empecé a cuidar otro árbol, pero al ser tan autóctono, dejé crecer y crecer sin llegar a podarlo, por alcanzar el máximo antes de invierno. Tan alto quería que llegase, que cuando más altas y extensas tenía las ramas, me di cuenta de que no era árbol para Navidad. Entonces un viaje a Italia, dándome a pensar por Carrara, Pisa y Milano me dio al traste con Tarifa, haciéndome tomar una decisión que quizás equivocada o no, moverá mi futuro, su futuro, el futuro (sin saber si volveremos a la punta o no).
En todo ese tiempo hasta hoy, que os dejo esta posdata, valoré también la opción de empezar un nuevo blog. De dar un aire nuevo fresco, dejando a Vytautas, a Ordoño IX, Pentecostés y al Bonobús reposando en “emestudios”. Ahora voy a soñar desde Terrinca.