La rana significa lujuria, proximidad al estudiante menos estudioso, el que busca ocio y diversión... y así se simboliza por Salamanca, y es que esa era una de las ciudades de nuestro viaje.
Todos nos pusimos como locos a buscar una rana allí arriba subida, reposando en una calavera en la fachada de una Universidad que ya tenía 8000 estudiantes en tiempos de los Reyes Católicos, es decir, año 1492 y alrededores…
Visitamos, entre otras, las aulas en las que impartía clase Miguel de Unamuno, o Fray Luis de León, quede claro que no era de nuestra ciudad, sino de Cuenca, aquel que fue arrestado dando clase y tras varios años en la cárcel se presentó una mañana en el aula, esa que tenía los bancos estrechos de madera, diciendo “Como deciamos ayer…”.
Entramos también en la Catedral Vieja, viendo la Segunda colección de pintura románica más importante conservada después de la del Panteón de los Reyes de San Isidoro en León… paseamos hasta la Plaza Mayor, símbolo del progreso urbanístico y ordenamiento, limpieza y saneamiento de la ciudad. Vimos el río Tormes, que dio nombre al más pícaro mendigo y personaje de la literatura española, y parte de ciudad desde el Huerto de Calisto y Melibea, que no eran Romeo y Julieta, pero tenían alcahueta. Nos sentimos doctores de las Españas, viendo los vítores pintados con sangre de toro en las paredes de los edificios. Fotografiamos la Casa de las Conchas, esas que dicen que debajo de cada una se esconde una moneda de oro, y por supuesto, y como no podía ser de otro modo, salimos de fiesta.
Un bar de Erasmus de Salamanca, el reencuentro con muchos amigos que eligieron otra Universidad para estudiar, una chupitería, un pub (antiguo palacete)… y no sé si algo más… ¿alguien se acuerda? No, claro que no...
Y al día siguiente, tras una mañana en la que la gran mayoría durmió, visitamos Zamora, antiguo poblado de los Vacceos, y lugar de control de la Reconquista del Reino de León, y caminando por una calle mojada por la lluvia, nos fotografiamos junto a la Catedral y nos sentamos un rato en la muralla del castillo, viendo el Duero, viendo como caía la noche y terminaba un viaje, que si bien era corto, fue de lo más entretenido.
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