Una tarde de domingo, tarde habitual en ésto. Sientes desilusión porque otra vez te quedas apartado, sentado. Pasando frío sin poder colaborar más que gritando. Pero tienes a otro compañero, a otro amigo que corre la misma suerte que tú. Él también pasa frío. Pero mientras tirita juega sentado con un balón de recambio. Tienes la sudadera puesta, y el pantalón del chandal si hace falta, y si has tenido suerte, verás el partido, porque te olías el quedarte de nuevo en el banquillo y las tragiste las gafas en vez de dejarlas en el vestuario. Tienes frío. Ves a los pocos espectadores correr la misma suerte que tú, pero ellos vienen a ver el partido. Tú a jugarlo. Pero ellos comen pipas, y camuflan la tiritera con eso. Pero tus dientes no paran de chirriar... Y uno cero. Así no saldrás nunca. Y en cinco minutos el segundo. Ya date por perdido. Esa tarde habrás comido a la carrera, habrás pasado mucho frío, y encima habrás visto a tu equipo perder. Aplaudes. Das animos a tus compañeros. Les ves rojos, acalorados. Cansados. No pueden hacer más, parece que el barro los impide moverse... Y no hay medio campo, solo un fango monumental que parece atraer a los rivales y embadurnase a mis compañeros. El balón siempre se queda... Fin de la primera parte.
Te pones a calentar un poquito, los dedos de los pies se rompen en cada golpeo al balón. Te manchas el chandal, porque estás calentando con él. Maldita sea, empieza a llover. El árbitro pita. Comienza la segunda parte.
Corres bajo el banquillo. Ya no te apetecería jugar, el tiempo cada vez está peor, pero piensas que estás inspirado, que hoy puede ser tu día. Y el entrenador te mira, te ve con ganas. Te dice: "Calienta que sales". Y te quitas el pantalón, te quitas la sudadera, notas las gotas de lluvia en las piernas, en la camiseta. Y se pide el cambio. Te dice, "ponte en el medio del campo", horror, en pleno barrizal. Chocas las manos a tu compañero que sale medio cojo de una patada... ¿qué más se puede pedir?
Primer balón que tocas, primer balón que se te queda en el barro a medio camino del destino. Ésto va a ser duro. Gritos del entrenador para que espabiles. ¡Coñe, estás frio aún! Pero bueno, parece que te haces con el control del medio del campo, de ese lodazal que en buena patada bien saliera un cerdo... Los siguientes saques de puerta y pases ya son todos tuyos. Y en un pase, le dejas solo a tu delantero que marca el 1-2. ¡Es que encima jugamos en casa!
Quedan como diez minutos o así, y uno de tu equipo hace una entrada monumental a un rival. ¡Salvaje! Uno menos, bueno, dos... Yo también lo hubiese expulsado...
En pleno diluvio y pensamiento de "esto no hay Dios que lo remedie" tenemos corner. Los defensas lo despejan, te queda petado el balón en pleno charco algo más allá del borde del área y no sé por qué tu madre te sigue hablando pero te metes en el charco y te sale un tiro que pega en el larguero y entra... gol de los de la tele... has empatado... ¡¡has empatado!!
Animas al equipo, los aficionados que pese a tener paraguas tienen los bajos de los pantalones llenos de cáscaras de pipas pegadas en la humedad, te animan, te gritan. El árbitro dice antes de sacar que 2 minutos y pita. Él también está cansado, mojado, embarrado.
Sacan de medio campo, se les queda el balón petado, lo coge un compañero, que pasa para la banda, que parece que hay hierba y todo... El chaval corre exhausto, llega a linea de fondo pero pasa, y cual delantero, empalmas una volea que bien pudiera irse si tiras más veces a las gradas o a los prados, pero no. Tienes la suerte de cara y has marcado el tercer gol. ¡Has dado la victoria a tu equipo! El árbitro pitará dos veces, y nada más que saquen pitará tres veces porque así había dicho... qué bonito es el fútbol, y qué sensación te queda cuando has sido el revulsivo que buscaba tu entrenador enseñándole y haciéndole pensar para la próxima jornada que tú debes ser titular... ¡¡Qué tarde más cálida bajo la lluvia y entre el barro!!
1 comentario:
jajajajaja
muy bueno!!
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