domingo, 11 de febrero de 2007

El asno de Buridán...

Bajaba yo música de un servidor con nombre curioso, e icono simpático, que en España vemos como gracioso, pero que no tiene más ser que un ser arriero, joco, y burlón de los burlados, despectivo a veces, pero de los de siempre. El libro en lengua castellana más vendido en todos los tiempos tiene un hueco y de vez en cuando da palabras para un rucio, que si bien es el portador de la maestria popular, tiene de santo lo del dueño y lo suyo, pues vió en silencio, sin tener el renombre de su amigo Rocinante el choque frontal con aquellos gigantes en los que a modo de servidor "bajadocumentos" él se ha convertido. Dicen de uno que no es muy sabio, sino necio, llámale burro la madre al que suspende, y el otro al amigo cuando no entiende algo que para el primero es sencillo... Todos pasamos por ser y pocos van quedando en nuestras praderas. Aquellas que se poblaban de éstos cargadores de materia dejan espacio a montes vacíos, que irán quedando poco a poco sólos, sin nada más que casas y chalets... y no habrá animales de éstos que tanto ayudaron, y que tanto quebradero dieron a éste discípulo del señor del libre albedrío... El del rasero, Ockham, amaestró o fué precursor de un escolástico que de aquella época de siglo XIV abundaban por Europa, y se rayó con un burro, diciendo que habiendo uno con dos cajones, uno de heno y otro de agua, y sin saber decantarse por ninguno, murió llamándole tonto a partir de entonces, pues incapaz fué el pollino de decantarse por hambre o sed... Y cuentan que fué así, como se inició la leyenda del asno de Buridán, pues así se apellidaba el discípulo, de nombre Jean, que si bien me da que curiosear, se presta agradable y curioso en el nombre de quien él sabe. Por eso, familia, se agradecen ciertas vías, de las que el ferrocarril ayudó a construir, pero eso es otro tema, otras ramas, otros árboles... genialidades de un sábado noche.

2 comentarios:

Luis Simón Albalá Álvarez dijo...

Merci

Anónimo dijo...

Mi primo escribe lo que es merecedor de sus letras.