viernes, 19 de junio de 2009

Ferrer y Sánchez Castro suben juntos

La crisis de los años 20 dejaron pobreza, asesinatos, suicidios y ricos. En el año 20 nació Vicente Ferrer, y hoy ha muerto. Salía ayer con Iñaki y Jorge del tanatorio, de acercarnos a ver la capilla ardiente de J. Sánchez Castro, “Chespi”, que entre otras cosas, los dio la primera ostia, nos dio clase, fue un buen compañero y se portó muy bien siempre conmigo. Allí estaba él, diferente a como siempre, y al rato una caña con un trajeado y con corbata Adrián nos trajo recuerdos y entendimos que la vida pasa. Nosotros, alumnos suyos, estábamos en un bar… sin llorarle, positivos, como él siempre quería con ese ímpetu y energía. Siempre recuerdo aquello que decía de que un día antes de ordenarse sacerdote, o (mierda de memoria) algún examen importante, se pasó la tarde jugando a fútbol en la playa, sin tocar un libro. Él fue el primero que dio palabras y gestos amables cuando entramos mi hermano y yo en el colegio, allí en Secretaría, mientras nos daban los libros de un colegio nuevo, grande, y que no siempre está dirigido por quien más sabe.

Un día nos dejaba él, y a los dos días otro jesuita, que este sin venirse al Colegio Sagrado Corazón de León, que fue a misiones a Mumbai por terminar su formación espiritual. Allí, tras denegarle la estancia por motivos y rencores que explica de forma diversa la hemeroteca de internet, volver, y tras alejarse de la orden, montar la que montó junto a Ana, su mujer. La Fundación Vicente Ferrer seguirá viva también mañana. Es su deseo.

En todo amar y servir”, “Pitufos y pitufas”, “oye majo”, “hola hola”, “la religión es vida”… todo eso, en nuestra mente, y en nuestro recuerdo personal. Ambos suben juntos al cielo de todos, tienen un espacio reservado. Tempus irreparabile fugit.

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