Crónicas de mi barrio, Savia nueva, Óscar Ronda /
En el nombre del Padre…
El Obispo de Alcalá de Henares, polémico donde los haya, estuvo el otro día leyendo en público supuestas cartas de gays. Dice que nunca ha pretendido ofender a nadie, pero aún así continúa hablando de itinerarios de esperanza de aquellos que dejan de ser homosexuales. Porque él mismo quiere, sigue en el ojo del huracán al criticar a gente como él, pienso yo… rodeado, trabajando, querido y bien acogido por personas de su mismo sexo… En cambio, los que no han tenido la suerte de ver a Cristo, como él, han de ser gays. Y pienso yo… ¿no será que mostrándose tan homofóbico es gay realmente y por estar dónde está no puede reconocerlo?
… del Hijo…
Os contaba en mi último artículo sobre la preocupante situación sanitaria de los europeos. Ojo, no lo perdáis de vista. Al hilo de ello, una de las Cartas al Director de El País de la semana pasada hablaba sobre el caso de unos ilegales, sí, pero enfermos. Y por tanto, con más necesidad de atención sanitaria. La señora Ministra los habrá, por tanto, sentenciado a partir de agosto. Y es que las capas bajas de la sociedad serán sacrificadas con tal de ahorrar y mejorar el déficit de un país que cada vez reconozco menos. Rajoy se llevará unos aplausos en Bruselas pero ya no somos los guays de la charanga y pandereta. ¡Qué asco!
… del Espíritu…
Ayer se celebró el día menos celebrado, es decir, el del Trabajo. Valeriano, no el que fue cura de Navatejera, sino ese Ministro del Inem, quise decir, Trabajo, que llegó tarde, mal y nunca al Gobierno de los últimos coletazos de Zapatero se paseaba cerca de la pancarta de la manifestación de Madrid como diciendo, “qué mal lo estáis haciendo, yo tenía 5,3 millones de parados y vosotros 5,6. Fatal peperos, lo estáis haciendo fatal”.
… Santo…
Como si de una publicación se tratase, Rajoy anuncia recortes y más recortes cada viernes, puntuales al final de la semana. Pim. Pam. Santo Viernes, Viernes Santo. Los viernes han dejado de ser el mejor día de la semana para convertirse en el peor y esperar a que después de cada “encuentro”, una pucelana para más INRI, nos de una nueva sorpresa. Un nuevo recorte. Una nueva puñalada.
Amén.
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