Que el mejor joven físico experimental no tenga espacio en España es normal. Estamos sobrados. La inversión en ciencia es total, somos la envidia de Europa, y eso de fuga de cerebros no es más que una peli… Parecemos la URSS en esos tiempos en que la imposibilidad de patentes desalentó a los pensadores y creadores comunistas, que veían que mientras ellos habían de compartir, sus colegas norteamericanos se forraban tras un invento que ellos tenían mucho antes en sus manos.
En España, cierto día de no hace mucho, se desestimó colocar la “x”, ahora que estamos en periodo de declaraciones de rentas y esas cosas (quien puede y tiene algo que declarar), en fines científicos, y se permitió y se bombardea en radios la “x” para la Iglesia, quien a su vez recibe ayudas del Estado, toma, como la Ciencia. Sí, igual… Bueno, pensándolo bien… si la Jolie fuese española debería de haber rezado al Cielo para que no la entrase el cáncer en vez de someterse a cirugías. O sí, mira, en España, la Aguirre tenía que haberse encajado la mantilla, al estilo Cospedal, para lo suyo, en vez de ir al Hospital. Sería lo normal en estos casos, ¿no?
Diego Martinez Santos saltó a la fama esta semana con el hecho de que no tiene lugar ni cabida en España, pese a trabajar en el Laboratorio Nacional de Física de Partículas de Holanda, el Nikhef, en una universidad de Amsterdam formando a futuros estudiantes de doctorado, y sabiendo que pasa su tiempo en el CERN… maldito Bosón, que no Bolsón… Asquerosos hobbits… ¡Qué mundo, qué tierra, qué España, y olé! Amén.
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