Cuando piensas que ya todo esta controlado y nada va a hacerte caer de la canoa, una estúpida paletada a destiempo te lleva directo al agua. Menos mal que en la doble, no se menea el cacharro como el año pasado en mi aventura en individual. Y es que este fin de semana me fui con unos amigos y unos estudiantes Erasmus al Descenso del Sella. A pesar de que el tiempo fue malo, bendito Mayo, pero malo, malo, no hacía más que remar contra el viento, luchando contra los rápidos por no caerme o chocarme contra las ramas de los lados. La lluvia, que como Forest Gump decía, caía desde abajo, de costado… hacía el momento de llegar a la meta algo lejano. Los pelos largos que me tengo hoy por hoy estaban empapados y me caían en los ojos, y detrás, Víctor, con su bisera española, marcaba ritmo de vez en cuando, apurando el avance por llegar de los primeros, y montar en el bus que nos llevaría de nuevo a Arriondas. Uno… dos… uno… dos.
Las clases previas por saber cómo hacer con la paleta en el agua y darse impulso ya quedaban lejanas. Seguramente la chica monitora estuviese calentita en la sede de la Escuela de Piragüismo, mientras yo tenía los pies calados, los brazos cansados y algún chorro de agua maldito en el coccix, que me jodo yo del neopreno, que si bien no deja entrar el agua, tampoco deja salir… ya me entienden… Pero al fin y al cabo, remando y remando llegamos al final. Un autobús nos daba esperanzas de una ducha caliente y de descubrir nuevamente de que con una malla de ese estilo, ¡todos tenemos barriga!
Una vez aseados y habiendo entrado ya más en calor, reíamos con los franceses sobre su aventura de tirarse desde un puente al río, recordando el baile de Paquito Chocolatero cuando nos habíamos parado a comer, los problemas de las chinas por mantener la dirección de su canoa en la corriente, o la pérdida de un remo de las nuevas chicas de la PUA. Anécdotas y aventuras que irán alimentando éstos escritos de las memorias de Vytautas. Ya lo leerán.
Las clases previas por saber cómo hacer con la paleta en el agua y darse impulso ya quedaban lejanas. Seguramente la chica monitora estuviese calentita en la sede de la Escuela de Piragüismo, mientras yo tenía los pies calados, los brazos cansados y algún chorro de agua maldito en el coccix, que me jodo yo del neopreno, que si bien no deja entrar el agua, tampoco deja salir… ya me entienden… Pero al fin y al cabo, remando y remando llegamos al final. Un autobús nos daba esperanzas de una ducha caliente y de descubrir nuevamente de que con una malla de ese estilo, ¡todos tenemos barriga!
Una vez aseados y habiendo entrado ya más en calor, reíamos con los franceses sobre su aventura de tirarse desde un puente al río, recordando el baile de Paquito Chocolatero cuando nos habíamos parado a comer, los problemas de las chinas por mantener la dirección de su canoa en la corriente, o la pérdida de un remo de las nuevas chicas de la PUA. Anécdotas y aventuras que irán alimentando éstos escritos de las memorias de Vytautas. Ya lo leerán.
1 comentario:
ey q no comentas lo bien qlo hicimos carol y yo!!!XDDD
Este año lo conseguimosssss!!!
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