Leí, del bueno de Buridán, ese que me hace leer sin pasar páginas y sentirme como que no he leído un libro, sin fardar de almacenar en la alborotada estantería, origen de trifulcas con mi madre, que dieron misa en un hotel. Lo leí de nuevo. No es que fuera yo un cura, ni muy católico, ni muy ortodoxo (a saber lo que trae la vida), sino del montón tirando a alto. De los que iban a misa y cantaban. De los que se les ponían pelos de punta con el tocar de las guitarras en el colegio, cuando cantaba aquella moza a la que dedicabas los goles, y a la que guiñabas el ojo para llamarla guapa (pero sin mediar palabra). Eras de esos a los que de haber seguido por esas vías, asistirían a misa sin tener que ser en bodas, bautizos, comuniones o funerales… Allí estarías sin bostezar, y sin mirar el reloj o móvil, buscando una llamada perdida, o un mensaje que te animase del sermón. Y esto sería si tu vida se guiase por los senderos por donde la encauzaste, y de donde te sacó en Julio un cura, qué curioso, jesuitas llevando la verdad en tiempos de los colonos, y desechando lo que tienen en casa... Y no por haber un garbanzo malo, todo el cocido iría al garete, sino que sigues teniendo en buena estima todo lo aprendido con ellos, pero ¿qué curioso verdad? Ahora te preguntas si Dios existe de verdad… Un profesor cura te dijo y te dio razones en un colegio de curas, en clase, de que no, de que no existiría un Dios que hiciese sufrir a los niños… bueno, él y Camus… Ahora eso mismo lo dijo Bart Simpson (Aquel que quiso ser el centro de atención, pero que la gloria llevósela el padre… me suena…). Pero es que de aquella te lo planteaste y todo, y hasta llegaste a leer algo de Marx por cuenta propia, que cuando te lo explicaron en C.O.U. ya supiste. Hombre alienado… Necesidad de algo superior…
Sabes que necesitan curas, y que la vida religiosa va de mal en peor. Los años grandes y las leyes de Mendizábal lo dejaron tan mal, que hasta recurren a la declaración de la renta por conseguir algo más. Una cruz que los de unos diezmos. Una retirada de la sopa boba, con el cartel de cerrado sin sopa ya… Una vez comentó Vytautas las grandiosidades del Vaticano, y de las riquezas allí almacenadas. ¿No sería justa una venta de esos bienes y una entrega de quienes más lo necesitan? O una parte por lo menos… Tanta pompa que acaba poco a poco con la credibilidad de los fieles, que ven como su cura, va de pueblo en pueblo, por dar misa y dar el cuerpo de Cristo. Emborrachándose en cada plegaria, y conduciendo embriagado por ese aroma de la sangre de Cristo, como a ese que ya le pararon y lo multaron pese a alegar ser cura en varios pueblos. Ahora sólo queda esperar, que las misas se pongan de moda en los hoteles, y se abandonen las iglesias, el patrimonio de toda la vida, para sellar y olvidar, que allí hubo una iglesia, de una tierra que fue católica.
1 comentario:
Plas, plas, plas, plas.
Publicar un comentario