Con pena, mirada cabizbaja, lastimero, dolorido, apenado, triste, avergonzado… y otros tantos sinónimos podría escribir en estas líneas, pero todos le hemos visto. Todos hemos escuchado su “mea culpa” y a nadie le habrán parecido indiferentes. A mí tampoco. Tanto significado en sus palabras, tanta literatura dejan sus letras, que no puedo hacer más que valorar o interpretar vagamente lo que dijo… ¿Y qué culpa tengo yo si soy un ingenuo?
Lo siento,
Dijo sintiendo la cadera, rascando su cintura después de su operación exprés al alcance de muy pocos. Esa atención médica, ese interés y última tecnología para una rápida y buena curación en momentos de recorte sanitario… ¡Ya va el tío con muletas!
Acaso sentirá no habernos avisado de que iba a África, ¿por qué iba a hacerlo? El es el Rey, ¿Por qué rendir cuentas a nadie? El PP dice digo y el otro dice Diego. Avisó y no avisó. Da igual, otra más, ¿qué importa? Es lo de menos, ¿o queremos también echar la culpa de esto a Rajoy? El pueblo llano se queja, la plebe clama al cielo. El Borbón lo siente. Pobre…
Puede que sienta no haber contado antes que su cacería la pagaba un jeque. Uno de esos amigos suyos de turbante y oro negro. Muchos defienden que en esas timbas se ganan millones y negocios de inversión. Que si la Meca, que si el Renfe, pero si es dueño de petroleras, ¿por qué al reino de Don Juan Carlos no le vende más barato?
Quizás siente no haber invitado a alguien más a la cacería, a algún parado, a algún joven de los que le quitan el sueño… A su esposa, o a la que dice serlo. ¿Qué más da? Es público desde hace años que el romano y la ateniense no encajan. Ella a la Pascua ortodoxa, y él a matar elefantes, ¡yeah!
me he equivocado,
Bueno, al menos admite que fue un error, y eso puede honrarle, pero recordando la foto delante del elefante, lo deshonra nuevamente. ¡Ay, vaya, ahora veo la de los búfalos! ¡y ahora la del leopardo medio en sepia…! ¡ay Don Juan Carlos, vaya disgustos me pega!
Equivocarse es de sabios, y además asegurar que lo que hizo está mal. Es una buena clase de moral. Quizás en Derecho, o bien en Doctrina tengan debate, aunque según está la Uni, mejor no salirse del temario, pensar en la próxima espicha y dejar que decanos y rectores se paseen con sus lámparas con flecos en la cabeza…
Puede también que se refiriese a que se equivocó al dar el paso y caerse, ¡vaya mala pata Don Juan Carlos! Con la que iba a liarse y la cagó con el traspiés. Y según anda de mal… ¿Cómo entonces iba a salir a cazar elefantes? ¿Le pondrían a Dumbo delante o saldría al monte con muletas? Ah, ya sé, ¡le llevarían a la sillita de la reina!
Y hablando de la Reina, puede que se equivocase en la compañía. Quizás no escuchó a la Reina y pensase que esa mujer que iba a Botswana era ella, y cuando quiso darse cuenta, ¡ay carayo, que es la princesa alemana! ¡Del susto se echó para atrás, tropezó y pum, que la ha liao parda…!
y no volverá a ocurrir.
Eso, estemos todos seguros de que no volverá a ir a cazar elefantes a África. ¡Ahora irá a la India!
También pudo decir que no volverá a ver a Corinna. ¡Ay Corinna, Corinna, qué aprecio te tiene Sofía! Los griegos entre ésto y lo de la Merkel, ¡vaya amor que tienen a Alemania! ¿Y Corinna? ¿Quién es Corinna? ¡Ay pobres ingenuos! ¡Ay si yo contase!
Aunque pensándolo bien, quizás quiso asegurarnos de que no íbamos a volver a enterarnos de sus salidas porque iba a reforzar sus mentiras, ¿o quizás su privacidad? Por eso no volverá a ocurrir. ¿Quién sabe?
O a lo mejor quiso decir que no iba a olvidar informar a todos de sus viajes y excursiones con jerifaltes asiáticos y la pompa marbellí. Y cuando digo todos, digo Gobierno y Casa del Rey. ¿Para qué contárselo a más? Nosotros bastante si vuelve a pasar algo, sino le creeremos tranquilín, relajado, con sus zapatillas de cuadros y su pijama de elefantitos, solito en su sofá delante de la tele, recordando sus disparos por África viendo Perdidos en la Tribu… ¡Quién fuera uno de los Merino!
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