viernes, 27 de febrero de 2009

Ciao (adiós y hola)

Justo o injusto. No lo sé. Santiago, el que dijeron hermano de Jesús, lo era. Injusto, que a Cary Grant sólo le dieran un Óscar honorífico. A ET ninguno. Vale.

Mucho tiempo pasó desde el último escrito. Un tiempo de viajes, de intensas emociones, de subir y bajar de aviones, de autobuses, trenes (sin silbato y sin ser jefe) de caminatas con la mochila al hombro (bici en el almacén) y un bocata envuelto en aluminio contaminante. Al suelo, y el rugir del oso panda. Un tiempo de fuertes sentimientos y pérdidas de visión, adiós Ordoño. Una época difícil, de nieves que coparon los pies y rodillas de los viandantes, de despidos, ruido y abandonos políticos, deportivos… Cayeron las bolsas económicas al ritmo que bajó el oro negro: culpable, al fin y al cabo. Panta Rei. Todo fluye, y el deshielo primaveral adelantado arrastró un dolor y unos restos de una civilización decadente desde que la toga dio paso a la calza y al pilum. Adiós a ti también. Con una piedra arrancada de la misma Acrópolis apedreaste al profeta en tierra de nadie, en estado de sitio, pero con luces de Navidad. Panoli. Árbol ardiendo sin ser verano. Ahí nació la democracia. ¡Viva!. Sofia, que bueno que viniste. Adiós he dicho, por no aguantar una miseria convertida en tiempo y ver conmigo el cielo heleno.

A parte empieza este punto, y una nueva vitta. Volverán las oscuras golondrinas, lo sé, pero habrá que volar con ellas dando quiebros y gyros en el aire, al viento, al soplo de Eolo, ya bien griego, ya bien romano, que es de los pocos que no cambian por gustar a ambos bandos.

Veo el sol en la montaña, aunque aquí persiste aún la niebla. Que sople el hijo de Júpiter, o Poseidón, a saber, y esparza la mierda por doquier, pues esparcida aparenta menos que en un montón. Barbarie exiliada, amigos allá de herejías. El Age of Empires no ha hecho más que pulsar inicio. Bienvenido.