miércoles, 27 de diciembre de 2017

Como decíamos ayer...



Hacía tiempo que no escribía por aquí. No he dejado de hacerlo, no obstante, a pequeños golpes en Twitter, con alguna otra letra en Facebook, actas de asociaciones y Consejos, preparando talleres y charlas, mesas redondas y presentaciones... cursos formativos, Informes y Propuestas en el trabajo, Decretos, Providencias, Partes de Obras... Y esos borradores de la historia de fantasía que tienes en la cabeza y no sabes cómo, ni cuando continuar porque cada vez piensas más cosas que puedes ir añadiendo más allá de lo escrito y aquello empieza a desmadrarse...

Y entonces me apunté a un curso de Creación Literaria de esos de la Universidad porque sobre todo lo impartía el bueno de Manuel Cuenya. Y eso significaba que iba a estar bien. Por lo que le conocí viajando junto a él con los Erasmus ya hace algunos años y lo que le había seguido en redes sociales y prensa, el tío no paraba (a parte de escribir sus propios libros) de acudir a presentaciones, encuentros y fomentaba sobre todo la promoción de nuevos escritores. De jóvenes y no tan jóvenes que se adentraban en las letras poquito a poco, con miedo a veces, y publicando sus primeras líneas, apareciendo en papel con alguna reseña y estando ahí, junto a ellos. Mostrándose al lado de quienes más lo necesitan: los nuevos. Y eso me animó entonces a dar el salto. Y así me apunté y me metí en clase.

El que los alumnos (qué buena clase y qué contrastes para los pocos que somos) podamos contar experiencias, relatar y leer lo que nos manda como tareas después de cada clase es algo que te hace probarte a ti mismo y autoevaluarte (aunque luego él nos suelta latigazos y anotaciones para corregir nuestros errores). Eso es lo bueno. No todo ha de ser idílico. Se aprende más de un fallo que de un buen trabajo. Me quedaré también con eso de apuntar en una hoja la cantidad de libros, historias, películas y reseñas que hay por internet, por el mundo, libres, esperando que algún lector caiga en sus líneas. Historias bercianas de Pereira, investigar los misterios de Poe, entrar en el Madrid de antaño con Max Estrella y Don Latino, charlar del libro de Umbral, de las veces que reescribió Cela la Colmena, de las películas de Pasolini, elegir los mejores inicios de tus novelas favoritas, escribir con colores, escribir las sensaciones, describir tu habitación para conocerte a ti mismo, un minuto con un determinado tiempo verbal, una pesadilla con ritmos variables... 

No ha acabado el primer curso y ya quiero que empiece el segundo. Y mi pena vaga por haber perdido dos sesiones al andar de viaje por Grecia e Italia. ¡Ah, viajar! Esa ha sido otra buena razón para no haber colgado textos antes. Unas fotos más de nuevos países en mi blog y más chinchetas en el mapa... ¡Ah... viajar...!