martes, 20 de mayo de 2014

Hagan que nuestra voz se escuche en Europa



Hace 4 años lo tenía claro, y hasta hace unos meses también. Luego las cosas cambiaron, fui conociendo a los candidatos por la tele, pero en persona o de manera más próxima a sus segundones, los terceros, y a esos otros que engrosan las listas locales, pero que todos a una, Fuenteovejuna, se agrupan en torno a unas siglas y unos colores. Los azules, los rojos, los más rojos, los verdes, los rosas… Todo promesas de mejora en el futuro, pero hasta el margen de hace un par de meses a hoy, nadie se acordó de recordarnos lo que estaban haciendo, o confirmarnos que habían perseguido y votado por algo que habían prometido. Es lo de siempre. Promesas que no valen nada en estas cuatro paredes. Como lágrimas en la lluvia, se irán… 

Acercándose el 25 de mayo, Europa y los grandes partidos empezaron a emitir noticias de mejora. De cambio en la tendencia apesadumbrada de esa crisis maldita que se lleva tanto y a tantos por delante. Acercándose una fecha señalada para acudir a las urnas todos ponen buena cara, todos te hablan con amabilidad. Todos… o la mayoría.

¿Dónde está esa cercanía de quienes nos representan? Yo os votaré, os votaremos. A unos o a otros, pero iré a votar, y vosotros luego, no pensaréis más que en botarnos. Así son las cosas. Pero está así montado este circo…

Europa no es ni por asomo ese sueño de distritos y cajas norteamericanas, con límites tan rectos y trazados con tiralíneas. Aquí cada cual tiene su pasado, y ni siquiera éramos uno mismo con los romanos, con Carlomagno, o con Carlos V, nuestro I y más boquiabierto rey y emperador. Europa sufre ahora el peso de unificar la moneda. No queramos unificar nada más y pensemos en otro tipo de uniones, sociedades, confederaciones, o como sea, pero creo que está claro que el modelo de Estados Unidos no funciona. Señor Cañete, Señora Valenciano, ustedes que sí o sí, estarán presentes los próximos 4 años en Bruselas, porque gane quien gane se llevarán buena parte de sus listas de compis eurodiputados, piensen en esto. No pretendamos ser iguales a los letones, croatas, o franceses, porque los finlandeses, eslovenos y holandeses tampoco querrán ser griegos. 

Defiendan lo español en el extranjero. Vendan bien lo que exportemos y atiendan a todo lo que importemos. No tiren a la basura este gran avance de poder seguir viajando sin apenas más que el DNI, y traten de mejorar la economía de una vez por todas. Persigan a los defraudadores, carguen con culpas y responsabilidades a quienes tomen decisiones absurdas que hagan empobrecerse a un pueblo, una ciudad, o una comunidad. Apoyen el orden social pero no luchen contra quienes ahora quieren que les votemos. No somos sus enemigos. Nosotros tampoco los suyos. Somos la misma gente, y si ustedes están ahí es porque mucha gente confía en ustedes. Mi trabajo en cambio no depende de unos votos y unas urnas, así que aprovechen esa oportunidad que les brinda la vida, que les damos los ciudadanos, porque queremos que ustedes sean nuestra voz en Europa.