jueves, 9 de septiembre de 2010

¡Uf, qué lío!

Está en la prensa que los mineros del norte de León y sur de Asturias andan revolucionados. Cortan carreteras, quitan barreras, queman lo que pillan de camino (espero que no los bosques, que vaya verano que llevamos). Vi una instantánea de un conductor desde su cabina, parapetado por su gran volante pidiendo clemencia ante un minero a punto de soltar una piedra, con el brazo ya en tensión. Así, pum, como si el gran David de Miguel Ángel lanzase ya la piedra para dar a la luna de Goliat.

Si que la andan liando, si.

Zapatero dice “dice” y “donde dice dije dije Diego” y nada se soluciona con el carbón. Sólo destrozos y más destrozos, y los autobuses tienen que bajar Pajares, como los de línea que paran allí, en Flor o en Puente, como si volviesen de Rodiezmo, porque el Huerna está K.O. Por cierto, qué caravana y cruz bajar un puerto detrás de un bus, de dos, de tres… de más de veinte que me crucé el domingo, y más allá, por Busdongo y hasta el cruce del Casa Ezequiel más de cincuenta, no exagero, y casi todos con gente y pañoleta roja, de los sindicatos, que andan a lo suyo preparando la huelga general, como si viniesen de San Fermín. Y hoy en Vistalegre... ¡ole!

Si que la andan liando, si.

Y es que vaya la que se está preparando con el tema de los toros. Unos dicen que si. Otros que no. Dejan autonomía a las autonomías, y aquí nadie sale al ruedo. Los protaurinos sacando más y más ooooles y capotazos a las leyes. Y los antitaurinos, desnudándose a las puertas de las plazas, manchándose de ketchup y mercromina y haciendo el paripé ante los medios y culpando a los políticos.

Si que la andan liando, si.

Y ahora llegan las elecciones locales. Y se respira aire y nervios. Los azules porque quieren dejar de ser la oposición y quieren dar el golpe desde abajo. Los rojos porque dicen que se está saliendo ya de la crisis y atacan con una reforma laboral sin mucho apoyo del pueblo. Los rosas porque buscan ser alternativa a lo de siempre, y en cada pueblo, grupos y clanes familiares, alzarse con algún puesto para los plenos, que reportan los votos necesarios para poder gobernar y hacer pactos con aquellos a los que un tiempo atrás se juró la guerra.

Si que la andan liando, si.

A ver si Obama termina de sacar a sus tropas, y los demás siguen el ejemplo. Que si infiltrados matando por unos. Los de allá sacrificándose por el otro. Y la religión cruzándose por el medio de un oriente con israelíes y palestinos, afganos con territorio que dicen kurdo, iraníes con bombas atómicas… no alcanzo a ver por allí una solución. Amén.

Si que la andan liando, si.

Tendré que echar un par de rezos. Eso si aún se estila, porque viendo el panorama de abusos, de pederastia y de perdones e inclinaciones que hace el Papa, que por cierto, no me extrañaría que tuviese pronto que usar el papamóvil de Wojtyla, será lo único que pueda hacer, porque sin trabajo, sólo queda meterse cura, que los andan buscando.

Si que la andan liando, si.

Al menos tendría un trabajo fijo, una serie de fieles y seguidores, sobre todo mujeres y sin marido, una empresa con gran historial y en boca de todos, que no necesita de carteles ni publicidad, trabajaría bajo techo, en una instalación toda para mi, me tendrían respeto fuera y dentro, en la calle y en los bares, y me respaldarían y darían propinas por la gracia del Señor… y con suerte llegaría a fin de mes cantando misas, tocando las campanas ¡y viviendo como Dios!

Si que hay lío, si.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

La misa, o dónde encontrar a las viudas al caer noche

La misa es una fiesta muy alegre, la misa es una fiesta con Jesús”. Así cantábamos en el colegio cada semana, dando palmas, con un par de monaguillos, o cuatro, y un Padre Sánchez Castro poniendo firmes a más de cien chavales que pronto dejaríamos de ser niños.

Cuán diferente son las misas de adultos a las del cole. ¿Una misa es una fiesta? Vale, no tenías mates, te juntaban con otras secciones, veías a las chavalas de otras clases, ya cansado de ver siempre a las mismas ñoñas y pijas que sólo buscaban que gustar a los de cursos superiores… Ahora las misas son congregaciones de luto y jubilación, de tembleques, palidez, mandíbulas sin casi dientes, susurrantes en momentos de silencio, esos de muestra de la ostia al cielo ¿qué rezan las viejas ahí?. Cantando antaño sintonías de comida, “fritos fritos fritos, fritos de maíz” de aquella, jeje, que risas y qué mal porque te lo cantaban al oído ya en la fila para comulgar. Menos mal que César Ramos y su legión de guitarreros cantaban y podíamos hablar un poco y se camuflaba el barullo… Cabos de año, segundos aniversarios, enésimos… recordando a difuntos con una mayoría de viudas espectacular... con un cura viejo, más bien gordo, calvo o canoso, que apenas puede hincar la rodilla en el suelo para la genuflexión y lo único que hinca es el codo con el brindis de la sangre de Cristo. Y digo yo, si nos invita a la cena y nos da pan, ¿por qué no reparte a los fieles un traguito de su sangre?

Otro momento particular en misa es el de la lectura. Con fieles de extrema religiosidad, que se ofrecen para salir a escena… es decir, al altar, a leer y buscar el texto entre cientos de separadores de colores. Un atril para políticos, un parapeto para los curas de antaño, esos que bajaron de los púlpitos colgantes junto al coro (siempre para estar sobre los fieles). Son también esas personas que, con el cura fuera de escena, vistiéndose para la ocasión con los colores que marca la moda, llevan la voz cantante en el rosario, avemariapspspsps, dios te salve maria pspspsps. Eso es un rosario. Sabes cuándo empieza, pero no sabes cuándo acabará…

Tras la lectura se levanta el cura y con él todos los fieles. Ahí va la lectura de una carta de alguien a alguien. En aquel tiempo… vino Jesús a no se dónde y dijo… Aventuras y pequeños cuentos y ensayos de la vida de Jesús, a los que puede hacerse un seguimiento novelesco, culebrón sin tele, o con tele, como en muchas iglesias de columnas gruesas, de planta de cruz que no ve al cura… y muchas ya, amplificadores de audio repartidos por las paredes. Palabra del Señor. Esa cesta con donativos…

El momento de la paz da para mucho. De niños nos golpeábamos y pellizcábamos sin que nos viese el cura. Ahora tus manos sudan, las das a los lados. ¿Te giras? ¿Y si el de delante no se gira a darte la paz y tú si que te giraste al banco de detrás, eres un inquieto? Momento que aprovecha mucha gente para otear quién hay. Al igual que con la comunión, un paseíto y alzo la vista para ver si está ésta, o vino aquella… o no sé qué la habrá pasado hoy a la otra para no haber venido…

Comulgar de la mano del cura, que ha estado (y que yo haya visto) tocando la mesa, la llave, el libro, la rodilla, el cáliz, mi lengua… ¿O comulgar haciéndole poner la olea sobre mi mano y de allí yo ya la meto en mi boca? Qué dilema. Sigue habiendo pasado por su mano… y además pasa por la mía, que he tocado a los de mi banco, a las de atrás, a las de delante, el banco, sujeté la puerta para entrar, cogí un folleto del Domund…

Momento silencioso, de reflexión, y de podéis ir en paz. Los hombres ya habrán salido, porque casi siempre se quedan atrás o en el coro formando a veces algo de alboroto. En el cole salíamos por filas. Momento interminable aquel… de empujones, de rodillazos…

Encuentro en la puerta, besos, no te había visto (directa a confesión: ya la vió una de las veces durante la gimnasia de arrodillarse, de pie, que se giró para atrás recogiendo la falda al sentarse en el banco), pues hace más frío fuera que dentro, yo tengo los brazos helados, ha venido un tiempo muy malo, no somos nadie, ya ves, pachucha, ¿y tú? Tirando, no vale una pa nada, y mañana es el cabo de año del marido de la vecina de mi prima la que una vez viste, ah si, vendré entonces, pues venga que ya está oscuro y tengo que hacer la cena, hasta mañana.