miércoles, 8 de septiembre de 2010

La misa, o dónde encontrar a las viudas al caer noche

La misa es una fiesta muy alegre, la misa es una fiesta con Jesús”. Así cantábamos en el colegio cada semana, dando palmas, con un par de monaguillos, o cuatro, y un Padre Sánchez Castro poniendo firmes a más de cien chavales que pronto dejaríamos de ser niños.

Cuán diferente son las misas de adultos a las del cole. ¿Una misa es una fiesta? Vale, no tenías mates, te juntaban con otras secciones, veías a las chavalas de otras clases, ya cansado de ver siempre a las mismas ñoñas y pijas que sólo buscaban que gustar a los de cursos superiores… Ahora las misas son congregaciones de luto y jubilación, de tembleques, palidez, mandíbulas sin casi dientes, susurrantes en momentos de silencio, esos de muestra de la ostia al cielo ¿qué rezan las viejas ahí?. Cantando antaño sintonías de comida, “fritos fritos fritos, fritos de maíz” de aquella, jeje, que risas y qué mal porque te lo cantaban al oído ya en la fila para comulgar. Menos mal que César Ramos y su legión de guitarreros cantaban y podíamos hablar un poco y se camuflaba el barullo… Cabos de año, segundos aniversarios, enésimos… recordando a difuntos con una mayoría de viudas espectacular... con un cura viejo, más bien gordo, calvo o canoso, que apenas puede hincar la rodilla en el suelo para la genuflexión y lo único que hinca es el codo con el brindis de la sangre de Cristo. Y digo yo, si nos invita a la cena y nos da pan, ¿por qué no reparte a los fieles un traguito de su sangre?

Otro momento particular en misa es el de la lectura. Con fieles de extrema religiosidad, que se ofrecen para salir a escena… es decir, al altar, a leer y buscar el texto entre cientos de separadores de colores. Un atril para políticos, un parapeto para los curas de antaño, esos que bajaron de los púlpitos colgantes junto al coro (siempre para estar sobre los fieles). Son también esas personas que, con el cura fuera de escena, vistiéndose para la ocasión con los colores que marca la moda, llevan la voz cantante en el rosario, avemariapspspsps, dios te salve maria pspspsps. Eso es un rosario. Sabes cuándo empieza, pero no sabes cuándo acabará…

Tras la lectura se levanta el cura y con él todos los fieles. Ahí va la lectura de una carta de alguien a alguien. En aquel tiempo… vino Jesús a no se dónde y dijo… Aventuras y pequeños cuentos y ensayos de la vida de Jesús, a los que puede hacerse un seguimiento novelesco, culebrón sin tele, o con tele, como en muchas iglesias de columnas gruesas, de planta de cruz que no ve al cura… y muchas ya, amplificadores de audio repartidos por las paredes. Palabra del Señor. Esa cesta con donativos…

El momento de la paz da para mucho. De niños nos golpeábamos y pellizcábamos sin que nos viese el cura. Ahora tus manos sudan, las das a los lados. ¿Te giras? ¿Y si el de delante no se gira a darte la paz y tú si que te giraste al banco de detrás, eres un inquieto? Momento que aprovecha mucha gente para otear quién hay. Al igual que con la comunión, un paseíto y alzo la vista para ver si está ésta, o vino aquella… o no sé qué la habrá pasado hoy a la otra para no haber venido…

Comulgar de la mano del cura, que ha estado (y que yo haya visto) tocando la mesa, la llave, el libro, la rodilla, el cáliz, mi lengua… ¿O comulgar haciéndole poner la olea sobre mi mano y de allí yo ya la meto en mi boca? Qué dilema. Sigue habiendo pasado por su mano… y además pasa por la mía, que he tocado a los de mi banco, a las de atrás, a las de delante, el banco, sujeté la puerta para entrar, cogí un folleto del Domund…

Momento silencioso, de reflexión, y de podéis ir en paz. Los hombres ya habrán salido, porque casi siempre se quedan atrás o en el coro formando a veces algo de alboroto. En el cole salíamos por filas. Momento interminable aquel… de empujones, de rodillazos…

Encuentro en la puerta, besos, no te había visto (directa a confesión: ya la vió una de las veces durante la gimnasia de arrodillarse, de pie, que se giró para atrás recogiendo la falda al sentarse en el banco), pues hace más frío fuera que dentro, yo tengo los brazos helados, ha venido un tiempo muy malo, no somos nadie, ya ves, pachucha, ¿y tú? Tirando, no vale una pa nada, y mañana es el cabo de año del marido de la vecina de mi prima la que una vez viste, ah si, vendré entonces, pues venga que ya está oscuro y tengo que hacer la cena, hasta mañana.

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