
Ya en el 14, predijo que al año siguiente, recuerden que hablamos de inicios del siglo XX, habría un nuevo seísmo en Avezzano, región del Abruzzo. Morirían casi treinta mil personas. Estábamos en los días previos al inicio de la guerra Mundial, la penúltima. Y lo que preocupaba en España era que el buque Alfonso XIII se hundía y dejaba la bahía de Santander con un olor y granos flotando de buen café colombiano en una gran taza de agua fría, al estilo turco.
Raffaele Bendanti habló de alineación de planetas, de la luna, de manchas solares, de ciclos de once años… Escribió y dijo que Roma sufriría un seísmo de notables consecuencias el 11 de mayo de un siglo más tarde, en el año 2011. El que nunca fue considerado científico moría en 1979, más de 30 años antes. Justo cuando España estaba analizando los resultados de los referéndums de autonomía para el País Vasco y Catalunya.
También envueltos en ambiente político, y a mil trescientos kilómetros de Roma, en Lorca, Murcia, hoy, España habla de Bendanti. ¿Casualidad, o no?
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