miércoles, 6 de julio de 2011

Filosofada sobre la sucesión del poder

La incompatibilidad de algunas personas se agranda una vez llegan al poder y cogen el mando en diferentes instituciones, entidades o grupos sociales; es más, un perro olerá a otro el culo tal cual y serán tan amigos, juegos para aquí y para allí pero si uno de ellos pretende ser el líder, ay tú, agárrate los machos que se altera la jauría.

Y esto viene fruto de qué, ¿del ansia de poder? ¿del choque de identidades? Algún filósofo dijo algo y otros pensadores dirían lo otro. No me hace falta leerlos para pensar por mí mismo. Las actuaciones se repiten en todos los ámbitos. Que el de antes creyó hacer esto y al ver al sucesor hacer lo que no quiere se rebelará; pero más escocerá y chillará al aguantar ver a otro en una silla que un día fue suya y al pretender ayudarlo por no caer en errores y baches donde él estuvo y cayó, el nuevo no lo haga caso y lo aparte, pensando que lo quiere arrebatar su insignia de sheriff, o bien creer que sería la primera tanda de un suceder de consejos que pudieran desacreditarlo ante los ojos de otros cercanos. O también quisiera arrollar con su plan de nuevas ideas (en ocasiones no tan frescas y simplemente repetidoras de una estrategia anterior pero con otro nombre u otro guía; al final llegarán al mismo punto, pero cada cual lo habrá vendido a su manera).

Cachondo y perturbado, el primero se irá alejando a no ser que quiera dar un golpe de estado, picando de vez en cuando porque escueza el diario del ascendido, y éste, en la supremacía, y haciendo oídos sordos al otro, lo dejará ir sin darlo ese aplauso que tan merecido tiene, pero que tanto le jodería. Una patada en el culo y sus problemas en parte se habrían ido. Dejémoslo en un cierre de puerta y un querer rejuvenecer su entorno, sin darse cuenta el tontorrón, que el próximo en irse será él mismo, y quizás apaleado. Sí, sí apaleado.

1 comentario:

Luis Simón Albalá Álvarez dijo...

Solamente le falta poner nombres y apellidos, y a lo mejor algún mote.