lunes, 24 de octubre de 2011

La rebelión mató al rebelde


Y cayó Gadafi, aquel militar que se había rebelado contra el poder de un rey y una dinastía feudal. Demasiado para el siglo XX. El final era el principio. El rebelde murió tras una rebelión.

Dicen que el derrocado egipcio entró en ansia, postrado en su cama de hospital, al ver los tortazos y gritos de los captores a su dictador. Normal, era quizás lo que temió para sí de no estar controlado policialmente y enfermo. Dentro de lo malo, se libra del gentío.

El cuerpo de Gadafi, tiempo después tendido muerto en aquel colchón ensangrentado chocó en mis adentros al recordar la majestuosidad de sus visitas a España, de sus paseos con Aznar y con el Rey, de sus conferencias con grandes personalidades del primer mundo, de aquel encuentro con Berlusconi en el que cedía a jovencitas italianas para convertirlas al Islam...

Su jaima confiscada, su escultura del brazo atrapando el avión estadounidense totalmente grafiteada, sus bienes confiscados, sus seguidores escondidos, sus gafas…

Cuentan que tras un ataque aéreo de la ONU, se escondió en una tubería por no decir cloaca, junto a varios guardaespaldas. Supongo que alguno fuese quien quedó allí inerte, en la boca del tubo. Luego maltratado y sangrando fue conducido por los rebeldes en éxtasis a no sé dónde, entre bofetones, estirones y gritos de “Alá es grande”; y fruto de los golpes y varios disparos, el líder de Libia durante los últimos 40 años moría. Un fin al que llegamos todos, pero que éstos, los que se rebelan contra la autoridad por un cambio mejor, llevando al pueblo a la esperanza y más tarde cayendo en sus propias leyes convirtiéndose en dictadores, no estarán junto a los justos.

A ver ahora que pasa…

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