jueves, 10 de noviembre de 2011

Votar el 20 N


En el debate del otro día, al fin un puro debate con dos genios de la dialéctica y no los habituales de periodistas falsos, niñas de macramé, y top rellenos con siliconas, sentí que hacen falta realmente este tipo de episodios para cambiar el sentido de la tele. Tenemos algo en el “canal 24 horas” y el “59 segundos”, poco más, cuando en Italia, en Alemania, en Francia…, semanalmente se enzarzan dialécticamente gobernantes y opositores, y crean un sentimiento de saber, una mesa de conocimiento… no un circo de payasos.

Habla la prensa de un Rubalcaba periodista, de un Rajoy que ganó por goleada, pues mire usted, ni lo uno, ni lo otro.

A mi entender hubo un debate que se quedó corto, y al interés de Alfredo por pelear y debatir, realmente el motivo por el que se preparó todo el tinglao, respondía un líder que se prevé será el próximo Presidente, serio, tosco, y con una labia de siglos pasados, que esquivaba los golpes a base de turnos de palabra y evitaba la confrontación directa, es decir, el debate.

Cierto es que Rubalcaba atacaba y lanzaba preguntas. Preguntas que no obtenían respuesta después de dos turnos de palabra, y que Rajoy sorteaba basándose en escritos, números, cifras, siempre leyendo, pero sin muchas propuestas creíbles. El líder del PP no paraba de mirar sus documentos mientras el del PSOE nos atontaba con su parpadeo incansable, sus gestos y sus ganas por dar a entender su programa, mientras se zambullía en una programación popular muy general, que no concreta y que no lanza propuestas para no equivocarse. Pues bien, quizás haya que equivocarse para salir adelante, o al menos, habrá que obtener una sensación y demostrar a los votantes, como es éste caso, de lo que se tiene pensado hacer, punto por punto y cómo se conseguirá, y no centrar un monólogo en previsiones si se sale de la crisis y crisis, y economía y parados. Ahí, a lo único. Sigue el pleito por el matrimonio homosexual, sin palabras de subir el IVA, qué hacer con las pensiones, y guerra entre sanidad pública o privada. Confusión luego sobre lo mismo, pero educativo. Pero tú, que estudiaste en mi mismo colegio aunque bastantes años antes, ¿te crees tus propias palabras? ¿Y si no salimos de la crisis significaría que todo tu programa no puede realizarse?

Me gustó el plan de batalla de Alfredo. Me gustaron las interactuaciones y las contradicciones cuando se apelaban el uno y el otro. Esas en las que el líder gallego se plantaba y se mostraba como una pared, confundiéndose varias veces con el nombre de su oponente casi pensando que tenía enfrente a Zapatero y no a un Rubalcaba que con su amable gesto, su apariencia y sus palabras alentaba a votar a esos indecisos que piensan que ir o no ir el 20 N a los colegios electorales no cambiará su vida. Pues ahora estamos en democracia. Ahora podemos hacerlo. De una manera o la otra, ahora nosotros podemos lo que nuestros padres y abuelos no pudieron con nuestra edad: Votar.

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