lunes, 4 de junio de 2007

Oviedo

Allá donde hubo un inicio, y una reconquista… allá donde los príncipes cabalgaban entre montañas, como en los cuentos de hadas y amores de leyenda, donde doncellas y jóvenes mujeres jugaban entre los bosques y un par de regueros regaban las cosechas… Allá en el medio del monte, divisando la pequeña ciudad que ya de aquella era capital de su mundo, el palacio albergaba a cuanta fábula y gentío de cuento Becqueriano alcanza a entender vuestra merced. Aquel mundo de tierras de ensueño, con un mar cercano y unas montañas que lo rodeaban siempre cubiertas de nieblina, dieron a Oviedo un aspecto que hoy agradece toda estatua, pues toda piedra desea ser esculpida y mostrarse en Oviedo. Sus calles del Fontán, encerrando la historia medieval y calles atropelladas y cortadas, con un olor a sidra que se pega en los adoquines. Unas zonas verdes, peatonales, alejadas de los coches pero cercanas al gentío. Mundo culto, de paseos y tez bohemia, cayendo por sus cuestas, la que te lleva a Gijón, la que te alza hasta León. Suben y bajan las personas escuchando el himno del Principado porque suenan delante del parque de San Francisco unas campanas que te hacen tararear y sentirte orgulloso. Soy asturiano, carbayón o de la costa, pero soy asturiano. Asturias, Patria querida, Asturias de mis amores… Pues no hay sentimiento igual de la gente que conozco que querer ser español, pero siendo de aquí, de la vieja Vetusta, de los pasajes de la Regenta, de la encerrona civil, de un paraíso, de Oviedo.

2 comentarios:

El Abuelo dijo...

no hay nada mejor que los ojos ajenos para poder ver las cosas cotidianas. igual que el paladar se acostumbra a los sabores impidiendonos reconocer los nuevos, tambien los ojos se acostumbran a las imágenes impidiendonos ver la belleza cercana. Gracias, amigo, por cedernos tus ojos en este texto. un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

En pocas palabras resumes perfectamente una ciudad maravillosa...