lunes, 3 de septiembre de 2007

Tu vida cambia

Hubo un tiempo en el que estabas deseando acabar los estudios. Hubo un tiempo en el que no sabrías vivir fuera de León. Todo era precioso. No había nada mejor que esto, ni lo habrá jamás. Cada cosa tiene su encanto (algunas lo tienen muy profundo, tanto tanto, que cuesta hasta apreciarlos). Por eso no te acercas. Estas ciego. Por eso quizas no ves. (Eres un Rey que perdió su Reino. Te pareces a Ordoño IX). No sabes lo que hay fuera. No entiendes que haya vida en el exterior y llegas a pensar que tu vida es un “Show de Truman”. Vagas entre estudios vagos, perezoso de acabarlos, de hacer aquello que te gusta, pero que la compañía te ataja, y te encuentras con un papel colorido que te lleva por cuatro reales a mundos de enciclopedia, de fantasía. Sin apreciarlo lo abandonas, como tu suerte, apilado sin rigor en el montón de los papeles. En la pila incendiaria del Quijote. En el sitio donde cae lo malo, que no te gusta. Publicidad y reclamo colorista, que ni sirve para prender, ni se ve grande para apartar aceite de frituras en la cocina. Ahí lo dejas. Tu destino se va perfilando, y una luz te enseña el camino, y sin saber por qué, aplicas engañado a un destino que dicen bueno pero que ni sabes dónde está, ni sabes si aún sigue en guerra. Asustas a tus padres. La familia bromea con postre de frutas. Esperas un tiempo asustado de no entender por qué te vas, y por qué vas sólo, y además a este lugar. Qué desastre. No volverás vivo. Un día lees un correo y te han aceptado. Vas a cogerte el avión y vas a aterrizar en tierras del Este. Tu vida habrá cambiado. Para siempre.

2 comentarios:

Nialir dijo...

¿A dónde te nos vas ahora? Vaya envidia me das...quiero viajar, al menos, la mitad que tú... :)

Luis Simón Albalá Álvarez dijo...

Por seguir con el estilo:
Te alegras de que Vytautas el Grande u Ordoño IX, visionarios reyes ambos del mundo de las ideas, que es el mundo real según el gran Platón, hayan vuelto a la blogosfera... o nunca se hayan ido del todo. Te quedas intrigado por ese destino que se perfila, esa luz del camino que esperas sea como la de los Magos de Oriente, ese correo que habrá llegado, ese posible aterrizaje y ese siempre, que donde hay un siempre hay un nunca y nunca digas nunca jamás.