viernes, 8 de junio de 2012

Sin mar, sin fabada y sin echar una sidrina


Crónicas de mi barrio, Savia nueva, Óscar Ronda


Amigo Paco. Te escribo preocupado, desde el no saber muy bien lo que pasa, pero oyendo mucho ruido, escuchando problemas de cierres, de miedos, manifestaciones, encierros, minas, hulla, carbón… Estamos aturdidos por la situación de España, económica, política, social… pero viendo en prensa y tele local lo que pasa en las cuencas mineras. ¿Cómo estás amigo?
Veo cortes de carreteras, autovías colapsadas, colas y retenciones, amigo, ¡la que estáis liando!. Contenedores y troncos quemados, humo, fuego, y mucha gente. Mineros como tú y los tuyos. ¡Ay que vida, Paco, qué vida la de la mina! ¡Esa misma que os quita y da la vida… y estáis luchando por ella!.
Déjame que te aconseje, amigo, que la guerra vaya al sur, que allí no saben de cuencas. Que allí nunca oyeron de Pola, de Sama o de  La Vid. Queallí creen en La Magdalena o en Santa Lucía, sí, pero no saben que aquí son montañas, y que al lado, en Ciñera, está el viejo Faedo.
Déjame que te cuente, amigo, que para ellos El Bierzo está a unos pasos de Santiago, y jamás oyeron hablar de Laciana y sus pegatinas del urogallo. Piensan que hay que pagar entrada por ver “los Palacios del Sil” y se aventuran a decir que cuando vengan al norte subirán a “la Torre del Bierzo”.
Veo que tenéis revueltas mineras también en Teruel, que apenas desde aquella campaña hace unos años, y que si bien hubo dinosaurios, allí encontramos carbón. Carbón del negro amigo, como el futuro de España. Esa prima de todos que crece y crece, y se estira cada vez más mientras cae el sol brillante de tiempos de constructores.
Déjame que me apene, amigo, porque ayer quisieron acercarle un casco al Presidente, no sé si lo viste, yo si, en el 24 horas y en directo, y hoy sale en prensa. Mira. Un casco en bolsa de Mango. ¡Qué sugerente!. Triste la respuesta de Mariano “¿y usted quién es?” y más triste la intromisión del guardaespaldas pelotero de Rajoy por no acercarse al líder. El líder. Ese al que nadie parece poder toser. Ese que parece haber olvidado su pasado por León. Ese que deja en manos de su Ministro, clon de Aznar (pero más alto y sin bigote), el futuro de miles de familias como la tuya, Paco. ¿Y qué le vas a hacer? Vino dando palmaditas en la espalda al buen hacer de los currantes de Babia, buscando alejarlos de los recuerdos de Zapatero, y ese mismo los había abandonado, como a los otros de Rodiezmo: A su suerte.
Paco, una cosa quiero decirte. Yo estoy con vosotros. Con los encerrados en la Diputación, en las minas, bajo tierra. Veo que sois fuertes. Cortáis carreteras, salís en la prensa, pero mucho en la local y poco en nacional si no es por vuestro viaje a Madrid. Pero el fin de semana quiero irme a la playita, amigo. Y yo, que os apoyo, que escribo este artículo, que pago mis impuestos, que trabajo cada día, que no tengo poder de decisión en parlamentos o senados… ¿no tendré un hueco por donde llegar de León a Gijón? O tenemos que seguir cortando nuestras propias carreteras, destruyendo y ensuciando nuestro entorno, mientras en Sevilla siguen asados de calor tomándose unas tapitas tranquilamente, en Valencia paseando sin preocupaciones mineras en la playa de la Malvarrosa, en Barcelona hablando de lo suyo y a su manera sobre el sueldo de Tito y en la tele… ¡ay!… la tele…
Paco, amigo mío. Movilizáos, sí, pero dejaros oir más abajo de Onzonilla. Que se enteren en toda España del problema que hay en el norte, que no nos afecta sólo a nosotros, sino a todos. Que la lucha sea en el sur, en el centro, en toda España. Que no nos hagan creer en un pago inmenso a Bankia como bueno, metiéndolo por los ojos cada día, sin antes haber manchado de hollín a los murcianos y cordobeses, a los sorianos y cacereños. A gaditanos y segovianos. Si es verdad que afecta a todos, que no nos tengamos que comer nosotros nuestra propia destrucción. A ver si así hacen algo
PD: Paco, se me olvidaba. Avísame cuanto antes, porque si vais a seguir cortando a unos pasos de La Robla, ¡nos vamos a quedar sin playa, sin fabada y sin echar una sidrina!

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