jueves, 21 de junio de 2012

Las minas del Rajoy Salomón



Los presidentes y jerifaltes bravucones y peloteros de la ONU se juntaron con sus mejores galas, corbatas de diseño, trajes a medida y atuendos multicolores, gafas de pasta y monturas al aire, tintes melenudos, barbas repasadas y discursos leídos. Escoltas y cochazos, vigilantes y vigilados. Y se juntaron para hablar y arreglar el mundo y la sociedad. Como en cualquier pueblo, pero a lo bestia. En Río. A la sombra de ese Cristo algo más grande que el que vigila todo Oviedo, y proyectando sombras y dudas en las favelas y sus sinónimos planetarios.

Y allí mandamos a nuestro jefe. A nuestro líder. El sesheador más carismático e imitado de Eshpaña. Ese que trata de calmar a los eshpañoles, a los mineros, a los de Cristalglass, a los pescadores de la Línea, a los que hacen cola en las filas de las oficinas del INEM, a los indignados con caretas de vendetta. A los encerrados, a los manifestantes, a los sindicalistas y a los mayores que ven peligrar sus pensiones. A los profesores que se quedan en la calle y a esos que se quedan a las puertas. O a aquellos otros que ni tienen la oportunidad de serlo. A los universitarios que ven subir sus tasas, a los otros que pronto tendrán que pagarlas. A los padres a los que ha recortado las ayudas por nacimiento de sus hijos. A los periodistas a los que trata de controlar indirectamente, a ti y a mí, que de alguna manera u otra nos toca. Seguro, algo nos toca. ¡Ah, y a los antitaurinos! Oooooole, ¡esa es mi España!

Y como si fuese Rock in Río, allí se presentó al siguiente cantante. Allí debía de haber subido el Presidente o Primer Ministro de las Islas Salomón. Esperábamos, al menos yo, a un tipo gordito, bajito, negro, negro, y más oscuro todavía y con alguna ropita colorida. Lo de llevar una caipirinha con pajita y sombrillita ya era en mis sueños. Pero no. Allí apareció el nuestro. Surcando el estrado seguro de sí mismo: el nuestro. Quizás sin haber escuchado a quién presentaban. Quizás habiéndolo escuchado pero sin haberlo entendido. Los idiomas, Mariano. Los idiomas. Y va el nuestro, coloca sus papeles y allí empezó a parlotear. En español, por supuesto, viva España, y olé. Que para eso se llevan traductores en las orejas. Ole, ole y ole. Lo hay en nuestra propia España para entender a catalanes y vascos, ¿cómo no va a haberlos en estos saraos? ¿Y por qué va a hablarse en inglés? ¿Y por qué no en portugués, que son nuestros vecinos y aquella fiestuqui era en Brasil?

Si se entendió... No lo sé. Si le entendieron… es otra cosa. Pero al terminar pidieron disculpas por esa presentación errónea. ¿Realmente debió subir el de Islas Salomón? ¿O se coló Mariano sin entender? ¿Debió pedir disculpas la organización? ¿O debió pedirlas Mariano por colarse y subir cuando nadie le llamaba? Y de hacerlo, ¿en español o en inglés? ¿O en pidgin salomónico?

Ya nos deleitó aquello que le dijo a Obama, de que estudiaba inglés con sus hijas. ¡Bravo, bien, tenemos un Presidente estudiando idiomas! Pero para ser presidente de un país como el nuestro ¿no sería necesario saber inglés y acreditarlo como tú o como yo? A mí me piden el First y el Proficiency para algunos trabajos... Y si no, no tengo acceso… ¡Carayo, tú, que entonces intentaré ser Presidente de España, que ahí no me lo piden! O ya mejor, Presidente de Islas Salomón, que al menos mi país crecerá al 5,7% y aunque sea Salomón, no tendré mineros cabreados…

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