domingo, 12 de febrero de 2012

El bañista de Palomares


Ya fue hace unos días, pero dados a esto de la charanga y pandereta, hoy se han dado un homenaje los peperos gallegos en la propia Catedral de Santiago por recordar a Fraga, el bañista de Palomares.

Parece curioso. Mientras que unos se jugaban la vida escapando por ventanas y tejados huyendo del fuerte control que imponía el Caudillo, los vencedores se aupaban sin necesidad de cartillas de racionamiento y se regocijaban de su suerte al libre albedrío, advirtiendo la sociedad años más tarde, que aquello no era un gobierno democrático y justo como los hicieron creer.

Por aquel entonces y viendo la suerte que corrieron otros dictadores y gobiernos de régimen dictatorial, los más acérrimos y huestes del Generalísimo se la jugaron a dos cartas. O escapar de su amada patria tantas veces citada y perjurada haciendo perdurar en su memoria el digno papel que dijeron hacer para su España, o impregnarse en el modus moderado de una nueva corriente social y política española diseñando nuevas estrategias para no ser ajusticiados.

Y eso hizo muy bien Fraga. Se hizo dueño del movimiento de derecha, permitiéndosele firmar y redactar al fin una Constitución con la que tantos republicanos habían soñado años atrás, cuando había que echarse al monte y por coger algo de comida vieron o escucharon el chapuzón gracioso y la aparente tranquilidad que se respiraba y se dictaba desde el Pardo. Cuán felices aparecían en el Nodo. Qué vergüenza en blanco y negro.

A su vez el gallego, no el Caudillo, no el Presidente, sino el otro, el del pantalón gigante, jamás ganó unas elecciones más allá de sus gaviotas, pues su temperamento dejaba claro la mano con que gobernó los ministerios que le fueron encomendados. Si no se hacía lo que quería, o no salía todo como decía, ay va, se remangaba y ya tenías el titular y la noticia de la semana.

Por suerte nací cuando hubo pasado aquello, y por suerte no estuve bajo la batuta de mando de éste cojo que imita mi amigo Carlines, entre risas, cojeando, y diciendo algo como “blablablá la Xunta“.

Van quedando menos de esos que llaman padres de una Constitución que en otro tiempo tanto olvidaron. Prensa y corriente actual nos hacen ver que Manuel era terrenal, con amigos para jugar a las cartas y un piso de 90 metros cuadrados… ya… como que sólo tiene ese piso… pero hoy es lo que toca, y al menos, gracias a la radioactividad o la bendita gracia de Dios, pudo vivir más años que otros pobres de diferente pensamiento, y ver a otro gallego, y además, de su equipo, en la cumbre a la que nunca llegó.


Fuente: http://www.cronicasdemibarrio.com/ CMB / Savia nueva – Óscar Ronda Prieto, descubre más sobre mí en http://www.oscarrondaprieto.blogspot.com/

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