miércoles, 22 de febrero de 2012

Repaso al ojito derecho de los españoles

Contador. Culpable. No es que quiera que me escupas, lapides, insultes o señales. Pero soy de los pocos que aún duda de Alberto. Claro que me encanta el ciclismo, me aficioné viendo subir y ganar a Induráin. Claro que me alegro al ver un español en lo alto, que olvido la siesta por ver una retransmisión montañosa casi codificada, como si fuera de ese Canal de los guiñoles, porque el pelotón, o los diez ciclistas de siempre se miran, se escapan y atacan en plena montaña. También tengo en cuenta el odio de los gabachos. El nuestro hacia ellos, y el suyo hacia nosotros. Ellos destinan el triple que nosotros en el fomento del deporte y llevan veinte años por debajo de lo que esperaban. Antes nos barrían, ahora están desaparecidos. Por eso y porque posiblemente puedan manipular los estamentos y dirigentes del ciclismo internacional, atacan por ahí. ¿Justo? Posiblemente no. ¿Por qué a Contador y a otros no tanto? Lógico, éste les hunde más en la miseria. Pero tampoco me entra en la cabeza cómo con tantos controles y sabiendo que es el foco de atención de los médicos gabachos, se mete un chuletón que dijo contener lo que a posteriori le descubrieron: Droja en el colacao, como dijo el otro. Alberto puso en jaque a la carne de vacuno y las empresas y comerciantes que viven de ello. Mal Alberto, mal. Has cargado contra quienes otrora te alabaron. Eso es buscar excusas después de que, tomases lo que tomases, desde que entró en tu cuerpo tardó más en salir o disolverse de lo que tú y su doctor, calculáseis.

Arancha. Aprovechada. Oportunista diría yo. Nada se dijo de Arancha y su participación como capitana del equipo español que disputaba la Copa Federación unos días antes del genial raquetazo. Sus apariciones me parecieron tristísimas. No por su pena y congoja, pobrecita que su papá la quitó el dinero, sino por el revuelo que formó y la importancia que dio a su enemistad paternal justamente coincidiendo con la publicación de su libro de memorias. Por detrás, un marido receloso, feliz, con esa sonrisa de segundo plano que escuchaba a su esposa detrás de los medios viendo caer fajos de billetes que fundir o quizás meter en bancos de Andorra, como hizo ella antes. Española, si, pero con el dinero fuera. ¿Por qué todas las tenistas españolas son feas? Dijo un amigo cuando España jugaba frente Rusia…

Rafa. Falso. Comentan que el mallorquín más internacional evadía o evade impuestos de su isla a favor de un empadronamiento en Gipúzkoa. Ale raquetazo va. Ale raquetazo viene. Todos con venga Rafa, Vamos Rafa, maldito Nole otra vez, y qué majo el Federer porque se le gana. Ay qué bueno el mallorquín cuando reniega de lo suyo para ser de tierras vascas. Señores, siempre Rafa siempre Rafa. Tenemos a más tenistas y también son españoles. ¿O sólo nos fijamos en los que hacen videoclips y anuncios de lencería?

Garzón. Ajusticiado. Cuando el juez cargó hace unos años contra Pinochet ahí estábamos los españoles poniendo orden en el mundo. ¡Ese Garzón es español! decía la gente. ¡Ese es un crack, y hay que tener… para meterse con ese tema! Años más tarde empezó a levantar fosas, descubrir cadáveres y avergonzar los tiempos del régimen a favor de viejas que se quedaron viudas siendo jóvenes y que nunca supieron quitarse de la cabeza y su memoria ese disparo en su propia huerta, esa entrada por sorpresa en la cocina. Ese furgón que se iba cargado con sus vecinos y maridos. Ahora el que encontró la vía para que esa gente repose tranquila y sepa en qué cuneta acabaron los suyos ha quedado inhabilitado por un tiempo. Bendita sociedad la que tenemos.

Urdangarín. Orgullo real y alto rubio que captó la atención de los focos haciendo que aquella boda en la Catedral de Barcelona fuese mucho más sonada que la otra de los feos. Feo ella y feo él. Pero de más aristocracia y elegancia, de eso no se duda. Sea lo que sea, tieso, soso y lo que fuera, quizás hubo de escapar Marichalar, señalado por todos los españoles, porque fue el primero que vio lo que se avecinaba. El otro, que se retiró del balonmano para ser un cortesano, se elevó sobre los mortales y firmó cheques, contratos y apariciones estelares con muchos ceros de fondo, y pese a ser advertido por el propio rey, ni su marcha obligada a Washington, ni aún su osadía de estar presente en actos públicos una vez se supo que robaba y pese a saber que hubo bronca entre el príncipe y su hermana y cuñado, lo ha librará de la justicia. ¡Iñaki, tío – diría Felipe - que me hundes y mira cómo está el Paro! Dice el rey que la ley ha de ser igual para todos, pero no dijo que la ley es una chapuza. Dice la hermana del rey que la culpa es de los medios. Si claro, Jorge Javier es culpable de que su sobrina viva en un palacete. Dice la infanta Cristina que está preocupada por su marido. Toma, como para no estarlo. La pregunta es si no debió preocuparse antes, cuando se fue a remodelar un palacio para vivir en él y calcular con su sueldo y el del vasco, si llegaban a fin de mes o aún les daba para tener otro hijo.

 

Fuente: Mi artículo semanal en el digital http://www.cronicasdemibarrio.com/  

CMB / Savia nueva – Óscar Ronda Prieto, Maestro de Educación Primaria e Informador Juvenil. www.oscarrondaprieto.blogspot.com  

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