martes, 30 de octubre de 2012

Italia y España ¿diferentes o no tan distintas?




No hay nada como tomar el avión y caer en la rodilla de esa pierna con bota de tacón que amaga con patearnos con el paso de miles de años para darse cuenta de que ya no somos tan distintos a ellos, pero tampoco somos iguales, ¿o vamos viviendo similitudes en distintos años?

Me sorprendía ver hace poco, tampoco tanto, cómo la prensa italiana se llenaba con caras de políticos ladrones, embaucadores y petulantes, que robaban y asaltaban las arcas ante la mirada atónita de unos ciudadanos que prestaban más atención al fútbol y a las chavalas. Berlusconi mandaba, ahora quiere volver para orientar de nuevo a Italia, que dice se está desviando (te lo cuento el próximo día). En la tele debates políticos y politizados y en la calle anuncios gigantes de mujeres semidesnudas que llamaban la atención tanto o más como esas otras que aparecen aún hoy en día meneándose ligeras de ropa en medio de un programa cultural, de preguntas. Un uso de la mujer que creía inverosímil en la Europa del nuevo milenio. Y ese Calcio que nos enamoraba con fichajes y renombres llegados de las américas a golpe de talonario y una vida de felicidad y bella, con Roberto Begnini haciendo el payaso ante toda la pompa estadounidense. Eso era Italia. Sol, flores, embarcaciones surcando los canales venecianos al son del Volare, Cantare, uoh oh oh oh en un cielo pintado de azul…

Basta con aterrizar en esta España raspada y amarilla y darte cuenta que poco difiere de lo visto. Canales de jefes italianos contaminados por la prensa rosa, otro para mujeres, otro para hombres… en la igualitaria CEE que se pretende. Mujeres utilizadas y asesinadas con una violencia de género que no cesa y un pueblo que arremete contra el Gobierno. La clase política molesta. Salen al público los maletines, los desfalcos, los amiguismos. Ni tan si quiera preocupa ya el terrorismo, parece lo de menos. Rajoy y sus secuaces son el centro de las miradas. Vuelven los toros a la tele y además en horario infantil, y sólo nos distrae de tanta tragedia y disgustos un fútbol cada vez más aburrido donde compiten dos o tres, como en Escocia, ésa a la que quiere parecerse Catalunya. ¿Dónde quedó el bienestar y el sol del levante? ¿Dónde la bonanza y el mambo con sus reyes? ¿Qué fue de aquel grito de Pedro y aquel discurso de Almodóvar saludando a todas las Vírgenes manchegas? ¿Quién se acuerda de lo bien que vivíamos cuando hacíamos bailar a Clinton con la Macarena?

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