domingo, 29 de julio de 2012

¿Qué te ofrece tu país hoy en día y qué le ofreces tú a él?


Ayer tuve un debate que llamé enriquecedor. Otros se calentaron, como el planeta, y empezaron a dispersar furia como los rayos de sol en el mar del norte. Nadie ganó, fue un empate. Una igualdad rica por comprobar cómo unos cuantos jóvenes curtidos en nuestras propias batallas, pensábamos y opinábamos sobre la sociedad y estado actual de nuestro país. Ya no sólo la economía, factor sobre el que parece gira todo hoy en día. Al menos en nuestra Europa. En occidente, que dicen. Mientras, sin preocupaciones, otros mundos fuera del capitalismo hacen presentaciones masivas de su poder, de su mujer, de sus mundos ajenos a la crisis… Todo son buenas palabras. No hay peligro, ni misiles. Sólo una cara bonita escondida en un segundo plano.
La pregunta veía de un enunciado de mi colega Pedro “El problema de nuestro país nace en la sociedad, y debe ser la sociedad quien inicie la solución”. Él abrió la veda. Algunos nos quejábamos de que la sociedad intenta cambiar, pero se ve frenada por el poder político que al fin y al cabo es quien comanda y quien dirige, quien acepta y quien corta toda medida que no le conviene. Sociedad, bonita palabra. Amplia y diversa. ¿Qué es la sociedad? ¿Quién forma la sociedad? Tú, amigo, tú y yo. Tu prima la del piercing en ese sitio, la vecina cotilla y la panadera manchada de harina. El charcutero con guante de mitril y el funcionario al que llamas enfadado. El cartero que te trae multas de tráfico, la dependienta que sólo chequea códigos de barra y ese presentador marica de la tele. El policía barrigón, el repartidor de publicidad me abre por favor, el negrito que te vende un reloj falso, el dueño de ese perro que nunca calla, el árabe del kebab y el político que tanto odias últimamente. Todos somos la sociedad, y todos juntos marcamos el devenir de nuestras vidas. Cada cual a su manera. Cierto es que no tiene el mismo poder de modificar tu vida la chinita del bazar como el gallego de Moncloa, y que no se ve otra forma de modificar la sociedad que no pase por la política. Un amigo lituano comentaba que en vez de votar a Rajoy o Rubalcaba debíamos votar a otros partidos nuevos, más pequeños, con ideas frescas y renovar el Parlamento. Volvemos a lo mismo, ¿acaso no se puede cambiar la sociedad sin pasar por la política?
Nos quejábamos, nos quejábamos mucho el amigo Paco y yo, y Pedro nos soltó una joya “¿qué ofrezco yo hoy en día a mi país?”. Respuesta. Trabajo y esfuerzo por salir adelante y vivir con una calidad de vida normalita. No pido lujos. Normalita. Pero no al precio que nos quieren imponer hoy en día.
Pero ahí surgió otra pregunta “¿qué me ofrece hoy en día mi país?”. Disgustos y emigración. Se han cancelado ayudas, no hay apenas trabajo para los jóvenes. La formación está limitándose a los ricos. La sanidad está más inaccesible. ¿Casa? Muy cara. ¿Trabajo? Andamos en números bajísimos de ocupación. Cierto es que hay que apretarse el cinturón. Claro que sí, hay que apretarlo, pero cansa ver que las medidas se toman hacia unas partes, siempre las mismas, sin tocar las demás. Sin probar recortar en otros puntos. Por probar. Veamos qué pasaría. El lituano, Justas, me proponía darle un ejemplo de recorte. Se lo di: El Ejército, por ejemplo, eliminar bancos, diputaciones o comunidades o hacerlas todas grandes (9 provincias tenemos nosotros, mientras Murcia, Madrid, Asturias, La Rioja… sólo son una… y agrupar municipios, eliminar políticos, jubilar a funcionarios y hacer limpieza en el ente público por medio de evaluaciones de trabajo, por tareas realizadas, por el trabajo real que se desarrolla, a ver si así nos alejamos de la idea de que el funcionario es un vago) y con ese dinero invertir en I+D+Ien Educación, en Ciencia, en Sanidad… Porque si se recorta sobre todo en estos campos, tendremos una sociedad más débil, ingenua y se corta el desarrollo social. El país quedará relegado respecto a otras potencias en las que algún día casi estuvo integrado y no nos quedarán más éxitos que los del deporte… adiós ciencia, adiós cultura, adiós posibilidad de opinar, de promocionar… sólo botaremos gritando yo soy español español español sin enterarnos de nada más, porque si seguimos en este rumbo, sólo los ricos podrán tener acceso a los puestos superiores, y la clase baja (ya no hay media, recuerda, se la están cargando) seremos sus servidores, sus criados, y esa España de la que alardeábamos de que no se vivía en ningún lado mejor que aquí, habrá dejado de ser la España a la que yo ofrecía ganas y esfuerzo por salir adelante.
Cierto es que el Ejército español, centro de mi propuesta de recorte principal, es el que gasta menos de toda la UE, el 0,63 del PIB del presupuesto. Pero… ¿Qué defiende España fuera de España si no somos capaces ni de hacernos con el control de Gibraltar? ¿Para qué necesitamos un ejército si los observadores de la ONU en caso de guerra civil se pasearán entre víctimas y cadáveres sin decidir y confirmar que hay guerra siempre que haya intereses escondidos y no dichos públicamente? Si la OTAN o EE.UU. serán quienes den el OK a posibles operaciones militares y quienes aprieten el botón rojo de explosión en caso de ataque…
Hoy mismo, García Trapiello nos desgrana en su “Cornada de lobo” que en el año 2009 el Ministerio de Defensa presupuestó 14 millones de euros para la Defensa de España en el extranjero, aunque gastó 713 millones, ¡coñó! Como escribe, el Ejército del aire, corre que vuela, rim pam pum.

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