lunes, 18 de enero de 2010

Por San Antón, saca tus cuernos al sol

Ya pasaron los perros de nuevo con sus amos al otro lado del collar por casa del Señor. Afuera más bien, que chucho y pulgas poca cabida han de tener en los bancos y altares, que ya una antihigiénica voz de zorras al cuello pregonan cada día una mierda y otra caca, por pisarlas y por lo que cuentan normalmente, y menos ha de haberlas, por si acaso, en la maderilla donde arrodillarse por pedir perdón de sus pecados: pecadoras. Eso dicen.

Ratones llamados hamsters recibieron las gotas de viejos curas. Al más joven lo vi hace poco caer en Mansilla, y al otro, un amigo elegante, dejó hace menos de un año sus camisas de cuadros por un hábito granadino. Tómate una tapa con caña, allí no es corto, que yo me tomo una sidra que tanto añoras, amigo.

Me crucé el domingo con un gentío de pelo, mutones bajo paraguas, y gorros con plumas, zapatos de cocodrilo, o lagartijas sin rabo y tostadas al sol. Pellejos andantes, marabunta de perfume dominguero y brillos del moro… Esperé a ver cruzar varias jaulas con sus animales fuera, y un carrito de niño con una pepona y un bebé alzado al hombro. Aguas del cielo, y del boli mágico del sacerdote, que sin ser “sa”, también hubiera de haber recibido la bendición.

Al que no vi fue a “mi amigo Poo”, el oso. A ése lléguele el San Martín.

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